miércoles, agosto 13, 2008
Guijarros
En busca de una lámpara de escritorio anduve moviendo guijarros. Encontré dos canicas, una perla azul y una serpentina verde; un fósil de caracol que no recuerdo de dónde salió; una diminuta cueva de cuarzo diamantino y mi antiguo pezón de mar. Le quité el polvo, lo observé a contraluz para ver mejor la tonalidad anaranjada de sus pecas y, finalmente, lo puse sobre mi pecho izquierdo. Naturaleza fría de agua salada, que diferente eres de mi carne. Lo coloqué, como antaño, sobre la lámpara de escritorio de S. y me puse a jugar con un yuan floreado que trajo mi abuelo de la segunda guerra mundial. lf.
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1 comentario:
Qué ternura de la patria reencontrada.
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