miércoles, octubre 31, 2007

Moscas blancas


Habrá quien me juzgue histérica, pero he pasado de un día para otro de la alegría al temor. Sabiendo que Mr. Know (mi base de datos) se hace cargo de mis dos córpora, decidí, antes de sacar más resultados, revisar lo que llevo de la tesis e ir llenando huecos. He caído en un bache, uno de esos bloqueos raros en los que uno mira la pantalla tratando de ordenar las cosas mientras que la mente parece insistir en ponerse en blanco y no avanzar hacia ningún lado. Y es que una cosa es tener los dos córpora organizados y otra explicar su génesis, sus profetas, salvaciones e infiernos. Luego he descubierto bajo las hojas de ruda colonias enteras de diminutas moscas blancas que de pronto vuelan a mi alrededor aumentando esa sensación que tengo de desconcierto, locura y ceguera... con lo que odio las plagas en mis plantas, con lo que amo yo esa ruda. Para terminar el día he ido al examen doctoral de una buena amiga y, aunque todo ha salido muy bien, el evento no ha dejado de hacerme un nudo en el estómago. Releo el último post de Malversando que cita las Enseñanzas de Don Juan sobre el miedo y me repito que no puedo hacer más que seguir trabajando, día a día, pasito a pasito, palabra a palabra, que las diminutas moscas blancas son también creaturas de Dios, que el sábado habrá fiesta por el cumpleaños de Alkmene y que reiré con los amigos. Al menos hemos conseguido tortillas de maíz, chiles y aguacates para la ofrenda, lástima que no haya tequila. lf.

martes, octubre 30, 2007

Happyness


Mr. Know ha sido gentil con todas y cada una de las 49,819 palabras y el séquito de registros que las acompañan. Ha aceptado tenerlas a su cuidado y conocerlas a profundidad. Es extrañamente hermoso tener entre las manos el trabajo de tres años y susurrando promesas. I'm quietly, deeply, movingly happy. lf.

lunes, octubre 29, 2007

Almost, Mr. Know


Hoy terminé de arreglar los últimos datos que faltaban para que mi base de datos esté completa. Mañana puliré las tablas de Mr. Know, le limpiaré los lentes y le presentaré a todas esas palabras que él ordenará, juntará y separará para la creación de conocimiento. No tengo miedo, he hecho pruebas y siempre ha sido atento, preciso y, a veces, sorprendentemente intuitivo. Tiene un don con las palabras ese tal Mr. Know. Mañana será un gran día, mis córpora estarán reunidos y el resto será como asomarse por un prismático a ver el mundo, un mundo de palabras felizmente ensimismadas. lf.

viernes, octubre 26, 2007

Sobre los sueños


El día que cumplimos tres años en España, S. y yo caímos en la cuenta de que normalmente no soñamos (literalmente, dormidos y en la cama) con escenarios europeos determinados. Nuestros sueños siguen ocurriendo en México o en lugares indefinidos, pero casi nunca aquí. Desde entonces el tema ronda nuestras cabezas, S. se esfuerza por conseguirme la trilogía de Wenders sobre la máquina que graba sueños, y al despertar nos contamos lo que recordamos de nuestros viajes nocturnos. Anoche hablamos sobre los otros sueños, los metafóricos, los realistas y fantásticos. Yo descubrí con feliz asombro que uno de los realistas, que mis padres tengan su casa, está en curso, y que de los irrealistas, viajar mucho y llenarme los ojos con soles ajenos, va también por buen camino. Quedamos en ir a Estambul antes de regresar a México y yo, en tanto acabe la tesis, procuraré por lo menos una semana de retiro absolutamente creativo en el que no respetaré las paredes, ni las ropas, ni los horarios o las técnicas, ni ese pequeño límite que me mantiene del lado de la cordura. Mientras tanto, a seguir soñando como S. con patines del diablo sin frenos, con dulces animales enroscables, con casas invernadero donde la hermosura cuelga del techo, donde el sueño nunca muere. lf.

miércoles, octubre 24, 2007

Invierno



Nunca he tenido muy clara la fecha en la que empieza oficialmente el invierno. Para mí inicia el día que, sin importar la hora ni las circunstancias, yo me niego a salir de la tibieza de la cama a la fría atmósfera de la casa; es decir, hoy. Me consuela que el portero cuenta los días para que llegue el sábado y pueda encender la calefacción sin cargos de conciencia. Mientras tanto, me arropo en largos suéteres bordados y me enredo trapos en el cuello, incluso he comprado ya mi plantita de ruda para el ya consabido dolor de oído que se presenta sin falta cuando las temperaturas bajas y los estornudos se confabulan para mantenerme encerrada en casa. Es extraño, para alguien como yo del centro de México, ver cómo las estaciones te cambian la vida. Todo se vuelca hacia adentro y de pronto los espacios cerrados se convierten en universos protegidos y añorados. Miro por la ventana cómo los árboles se van pelando, cómo una lluvia fina sube un dulce olor a invierno, y oculto en mí una extraña alegría. Me olvido del trabajo, del futuro y de todo. Quiero jugar. lf.

domingo, octubre 21, 2007

Funciona!

Por medio de este post, quiero hacer constar que las sugerencias para consentir a su atleta el día antes de una competición, funcionan. Y por supuesto, felicitar a S. que, además de haber logrado terminar su primera media maratón, entero y a buen tiempo, so pretexto de entrenar y mejorar su tiempo, me motiva a hacer más y mejores platos de pasta y patatas. lf.

Diario de viaje, día 3, Vigo o cómo consentir a un atleta antes de una competencia

El último día del viaje teníamos una difícil misión: descansar sin tener cuarto de hotel, pues al día siguiente, después del viaje de regreso, S. tendría que correr media maratón (¡En España maratón es femenino!) Así que aquí van los tips para consentir a sus atletas cercanos antes de una competencia:
1.- Manténgalos felizmente en la cama hasta las 12 del día (descansando, claro).
2.- Enriquezca su desayuno con algo altamente chocolatoso. Si está en España sugerimos la chocolatería Valor, si está en México olvídese del chocolate y opte por unos deliciosos chilaquiles.
3.- Llévelos a pasear por ahí para que aflojen los músculos, pero sin hacer mucho esfuerzo.
4.- Déles de comer verduritas y una deliciosa pasta italiana.
5.- Llévelos al cine pero por favor, que no sea una película doblada (nuestra elección de ayer, muy buena por cierto, fue la animación española Nocturna).
6.- Permítales un último café antes de las 6pm. pero que no sea doble.
7.- Den nuevo un paseo por una ruta distinta, nada de cañas.
8.- Deles de cenar algo con patatas que no estén fritas.
9.- No intente que se acuesten antes de la hora que acostumbran, tendrán insomnio y todo acabará en desastre.
10.- Cuando finalmente vayan a dormir, invente una porra graciosa que los obligue a doblarse de risa.
11.- Justo antes de la competencia, recuerde la porra pero sin decirla en público, no se trata de hacer el ridículo, solo de recordar que todo hay que hacerlo por puritito gusto y placer. lf.

Diario de viaje, día 2. Vigo, 201007


En mi comunicación, que era sobre la base de datos con la que manejo mis más de 50mil palabritas, no logré comunicación. Estudiantes jovensísimos a los que les hacía falta beber más café me miraban con sus ojos soñolientos, una sonreía como si yo estuviera contando chistes, pero agradecí que por lo menos su cara expresara algo. Luego pasó: la moderadora hizo un comentario y supe que todo había sido en vano. En pocas palabras, despreció a mi base, pero además creo que nadie entendió que justamente esa base, mi amado Mr. Know (que así se llama), es más que una caja para organizar mis datos, nadie comprendió que Mr. Know, si le preguntas, sabe contestarte cosas sobre los córpora, cosas que sin él -por muy lingüista erudito y experimentado que se sea- serían prácticamente imposibles de saber. Sentí una tristeza enorme y decidí no volver a intentar exponer una investigación de tres años en 20 minutos.

Para olvidar la tristeza huímos a Samil, una playa rodeada de pinos y con rocas pobladas de mejillones. Comimos pulpo a la gallega (¡hmmmmm!) y luego nos dedicamos, S. a correr un poco, y yo a meterme al mar y recoger pequeños tesoros. Antes de despedirnos del mar nos trepamos en una roca a ver tímidas olas. Y así de fácil volví a ser feliz. lf.

Diario de viaje, Vigo, día 1, 181007

Llego a Vigo hecha un manojo de nervios pero me dejo sorprender por todo: el acento dulcísimo del gallego, la amabilidad de su gente, y la verdura del paisaje que mezcla costa y pinos. La ciudad es enorme, gris y le da la espalda al mar, lo cual me entristece no sé muy bien por qué. El día se va en caminar por ahí, comer los mejores mejillones que pueda recordar, encontrar la universidad y ensayar lo que voy a presentar. Me sorprende estar tan nerviosa y me molesta ¿será que me he desacostumbrado a la gente? Me voy a la cama pensando que si leo lo que llevo nada malo puede pasar, pues está bien escrito. Duermo con mi presentación bajo la almohada. Duermo mal pero no recuerdo si soñé ni con qué. lf.

domingo, octubre 14, 2007

Trabajo y milagro

Trabajo incansablemente en la comunicación para el congreso en Vigo y en la tesis. A lo largo del día procuro un discurso sencillo y objetivo que explique como he comparado mis dos córpora con una base de datos, luego vuelvo a los archivos que contienen las palabras de mis alumnos... uno de estos días tuve que revisar y corregir las erradas morfológicamente de una tribu de más de 33,000 vocablos. Y aún así, después de tanto verlas, la carta que Viola le escribió a su madre preocupada por su salud, o en la que Shum Pei confieza el horror que el frío madrileño le provoca, me siguen provocando una punzada dolorosa en el centro del cuerpo. Esto no es ficción, no tiene una trama que empuje a seguir leyendo, sus descripciones son pocas y malas, y la poesía se revela, tímida, muchas veces disfrazada de error. He tenido el privilegio de asomarme a la vida de estas personas y me han regalado sus letras así, tan despreocupadas, para que yo las estudie y explique con ellas cómo se ordenan las palabras en nuestras cabezas. ¿Pero y lo otro dónde queda? En medio de la ciencia esta humanidad palpita y sobrevive, hundida en la objetividad acusa al recuerdo y a la reflexión. Entonces pienso que ese es el verdadero milagro de la lengua: que debajo de ella siga habiendo gente de verdad. lf.

jueves, octubre 11, 2007

Tres años en Castilla

La tarde amenaza lluvia. Él está afuera, corriendo, poseso con el sonido de la música que habita su cuerpo todo, dando zancadas cada vez más profundas en la tierra que empieza a mojarse, que al final de su trayecto será un blando recordatorio del diluvio. Yo pienso en él e imagino que cada paso de su carrera es una forma de liberación, una forma de poseer su propio cuerpo, y lo envidio como se envidia a una papaya por su jugoso perfume. Miro por la ventana una franja de luz blanquísima que parte las nubes en dos e ilumina la parte superior, sólo la parte superior del árbol frente a mi terraza, y aunque afuera el tráfico de las seis de la tarde se enfurece y ruge, yo soy toda silencio. Hace tres años a esta hora llegábamos por primera vez al pueblo con un par de mochilas en la espalda y las ganas de todo bien enraizadas en el pecho. Entonces no pensábamos que en tres años él estaría corriendo junto al río y yo mirando por la ventana un rayo de sol de otoño. Yo no imaginaba este blog, ni los garabujos a color, ni la privacidad de una casa propia con vecinos sordos, ni la medida de nuestra persistencia, ni los poemas que extraviados me han llegado, ni los grafitis transparentes en nuestros cuerpos, ni la luminosidad de todos los viajes. Esta tarde es una sonrisa atropellada por su propio gozo, pues si bien la saudade de México no se marcha (ni se marchará), estos tres años en Castilla no le envidian su jugo a una tuna. lf.

sábado, octubre 06, 2007

Saudade


Entre la Jornada con sus noticias como la de que agarraron al Tigre y la Reina del Pacífico, la lectura de Los Detectives Salvajes y Pocas palabras de Molotov al fondo (vean por favor la última línea de la pag. con la letra de la rola), siento una profunda melancolía por México. Algún europeo que no conozca mi país ni a ningún mexicano podría ir a ver esas noticias, leer la novela y oír la rola para luego decirme "¿Sientes melancolía por un país donde la primera plana del periódico es una narración surrealista de narcos (seguida de la aseveración del presidente de que "No habrá crisis"), que en la literatura se ve retratado con profunda desigualdad social, justicia inexistente etc. (pero con un profundo sentido poético y del humor) y cuyos músicos denuncian sin cesar que es un desastre?" "Un des-ma-dre" corregiría yo, asintiendo con la cabeza ( "ingue su a quien no le guste") y pidiendo un tequila doble. ¿Cómo explicarle a ese europeo hipotético que México es más de lo que puede leerse en los periódicos y la literatura, o verse en fotografías documentales o de turismo? ¿Cómo hacerle comprender que para nosotros es completamente normal ir a comer cualquier domingo unas truchas recién pescadas a las faldas de un volcán el alerta amarilla o que el maíz blanco es infinitamente más sabroso que el amarillo y dulce?

Al año de vivir en Castilla volvimos a México: su luz nos cerraba los ojos, todo nos parecía tan verde y exuberante que comprendimos que a los extranjeros les pareciera exótico. Al segundo año íbamos hambrientos y sedientos de chile, maíz, fruta y tequila, pero yo sobretodo de los antiguos afectos. Este año no hemos ido y no logro seguir las instrucciones de Quai Gon "Focus in the present, don't be mindful of the future at the expense of the moment". Pienso en México, en la suculenta estridencia de su ser natural, en mis padres construyendo su casa, en mi abuelo ahora solo, y me debato entre el deseo de volver y el miedo de reenfrentarme a su caos. Es absurdo, faltan 9 meses para volver (y parir la tesis ja) y aquí tengo una vida bien chingona, pero los afectos son así, se alborotan con cualquier cosa y aunque uno tenga o quiera tener alma de nómada esgrimiendo el argumento de que por sus venas corre sangre de marinero, la tierra llama.

Tengo que acabar de leer ese jijo libro pronto, conseguir una lata de chipotles ya, y pasar un día enterito de museos en Madrí, que la sobredosis de arte lo nutre y adormece todo... ah, se me olvidaba, también tengo que acabar la tesis, jaja. lf.

viernes, octubre 05, 2007

Alicia al acecho


A veces, las cosas, ciertos textos, algunos personajes, insisten. La primera vez ocurren y pueden o no llamar nuestra atención, puede parecer que su existencia es normal, que era su momento y luego sencillamente pasar. La segunda vez sin embargo suelen venir con un séquito discreto de asombro y uno ya no tiene la certeza de si esas cosas suceden y regresan a nosotros por vida propia, o si somos nosotros quienes las buscamos.

Nunca ví la película de Alicia en el País de las Maravillas de Disney, al menos nunca completa. Entre los libros enviados por mis abuelos estadounidenses para cada cumpleaños, ella aparecía en alguna antología, en referencias versificadas, en versiones simplificadas. La leí por primera vez en el primer año de universidad y en español. No me pareció que fuese un libro para niños. Me dio miedo. Luego en los talleres y conversaciones con los amigos Alicia fue adquiriendo textura de leyenda hasta que la frontera entre lo que se decía de ella y lo que yo había leído se borró. Dejó de ser la Alicia del libro y pasó a ser la Alicia de mis amigos poetas y filósofos, la musa menor de edad que daba sentido y explicación a todos sus discursos. Nunca la olvidé porque Alicia es de esas mujeres que no se olvidan, pero dejó de importarme, al menos hasta hace un par de semanas que entré a una librería (haciendo caso omiso a nuestro estado de quiebra) y vi el libro, quieto y fino entre otras ediciones comentadas, explicadas, desmenuzadas hasta el más mínimo detalle. Este ejemplar en cambio era sencillamente él: la historia y punto por sólo tres euros y medio, en inglés, con las ilustraciones originales, con el discurso del ratón en río perdedizo al margen de la página.

Lo traje a casa. Descansó junto con Pálido Fuego y Názim Hikmet en la pila de libros que han inhabilitado el uso estereo, hasta hace un rato... cada año en este pueblo hacen una feria medieval. Hay puestos de todo: artesanías, joyería, comida y especias de todo tipo, una sección con jaulas y animales de granja, y otra hoy descubierta, con aves de caza. Para atraer a la gente para que vea los búhos, halcones y demás, un hombre camina por ahí y deja un águila en el techo de cualquier puesto, luego se aleja y la llama. El águila lo miraba atenta, nosotros la mirábamos a ella, él la llamó y ella dio un par de fuertes alazos y se deslizó a escasos centímetros de mi cabeza. Seguro que ella se divierte cuando todos nos agachamos en un reflejo por salvar nuestras orejas de sus garras. Entonces volvió ella con su recuerdo. Más bien el conejo con su chaleco y su reloj ¿por qué no se preocupaba por aves predadoras en vez de preocuparse por llegar tarde? Claro, porque era un conejo con chaleco y reloj.

Cenamos, regresamos a casa. Vuelta al trabajo ¡vuelta! y pongo un álbum al azar. Va bien mi base de datos (ya acabé con las tablas), establezco diferencias en los campos, tengo claro qué información tengo que importar y cómo, hasta que su voz ronca y juguetona rompe a gritos "¡Kommienezuspadt!" una y otra vez. Era la primera vez que oía la canción pero lo tuve claro: el conejo corre y grita y anda... acabo por rendirme, dejo la base de datos y saco el libro. Leo los primeros versos, necesito leerlo en voz alta, oírlos resonar en la habitación como un conjuro:

Imperious Prima flashes forth
Her edict 'to beguin it'-
In gentler tone Secunda hopes
'There will be nonsense in it!'-
While Tertia interrupts the tale
'Not more than once a minute'.

Y entonces río. Alicia está al acecho con su absurdo bajo el brazo. Será un regalo del otoño. Sin embargo me niego a ponerme un vestido azul, acaso algún chaleco para bailar. lf.

lunes, octubre 01, 2007

Ansiedad.


La ilusión del conocimiento me provoca ansiedad. Es un proceso doloroso en el que voy de la inmobilidad casi absoluta, de la imposibilidad de escribir dos palabras coherentes, al arranque frenético de arremeter contra mis uñas, lavar los trastes, andar de un lado a otro de la casa sin poder tampoco escribir dos palabras coherentes. Hoy ni siquiera nadar me ha tranquilizado. En el azul pensamientos hilados pero desordenados: una maraña teórico-vivencial-práctica hacía de cada brazada un golpe violento sobre el agua. Dicen que al llegar a los 30 años dejamos de crear sinapsis. Me pregunto si la batalla en mi cabeza es un esfuerzo por crear cuantas sean posibles en este último tramo antes de llegar al temido número, si mis neuronas alocadas se mandan señales eléctricas juntando por igual lingüística y cocina, piñones y amor, desahucio y recuerdo. Me rindo ante su batalla. Bebo una copa de vino y escribo listas insulsas de ideas inconexas, traduzco mal y con calcos la teoría que ha de crearme un universo lingüístico. No importa. Confío en que la ansiedad acabará por cansarse y dejarme en paz, todos nos cansamos, y entonces tendré tiempo de reescribirlo todo, o tirarlo a la basura. lf.