lunes, febrero 23, 2009

Días-palabrones

Y los días se colgaron nombres al hombro e hicieron una danza frente a mis ojos. "¿Qué les pasa" me preguntaba mientras veía sus miembros contorsionarse, sus gargantas proferir insultos, su ser volcándose en un ir y venir descontrolado. "¡Puta de muslos blancos!" "¡Hija de cientos de malagradecidos días!" "¡Insulsa no! ¡Pendeja sí!" "¡Insuficiente pa' todo!" "¡Mata seca del cerro más pelón!" "¡Gorda y fea sin la gracia del elefante!" "¡El caos que se te esconde en el ombligo se desborda alrededor tuyo!" "¡Veeeeteeeeeee!" "¡Ahgryaaaaaaaa!" "¡Eres la pus de nuestro desarreglooo!" y se desgarraban las ropas, se arrancaban los cabellos, se pellizcaban los pechos. "No se preocupe -interrumpió mi asombro el doctor- no quieren decirle esas cosas. Es sólo que los días están siempre enfermos, y esta semana les toca el síndrome de Tourette". Con su bata blanquísima dió la media vuelta y se fue. Yo no tuve el valor de marcharme, tan míos sonaban los insultos proferidos, que me quedé a consolar a los días por odiarme tanto. 
lf.

miércoles, febrero 18, 2009

trabajo y sol irrumpiendo en las palabras

Preparo mi curso fervorosamente: reviso bibliografía -fotocopias borrosas e inmundas y escaneados luminosos o nuevos artículos en internet- tecleo incansable, produzco los cuadros de las presentaciones uno tras otro como si fueran cartas de una baraja. A ratos me carcomen los nervios, y le pido a S. un cigarro y muevo las manos y los ojos nerviosamente. Normalmente esto disminuye con el trabajo, con ver que la planeación del curso avanza, pero luego llego a este punto muerto en el que estoy cansada y ya no rijo y nada tiene sentido.
No he escrito sobre la sorpresa que ha sido el calor de México. Es febrero y el sol de mediodía es luminoso, fuerte, abraszador. Dormimos ya con la ventana de la sala abierta, y justo en ese rato de día recién amanecido y de día moribundo, cuando el sol se insinúa y el aire frío y caliente se mezcla, todo se inunda de una sensación antigua: un saber "Esta es mi casa, a este sitio pertenece mi cuerpo, este es mi aliento". Nunca sentí algo así en España, pero tampoco sabía que esa sensación existía hasta que me fuí y volví. Uno de estos días va a llover por fin, y tendremos mangos grandes y jugosos escurriéndonos por la comisura de los labios al cuello, y reiremos como cuando éramos pequeños. lf.

Y ahí voy de nuevo


De los nervios ni les cuento.

domingo, febrero 08, 2009

Inocencia

We're damaged people
Drawn together
By subtleties that we are not aware of
Disturbed souls
Playing out forever
These games that we once thought we would be scared of
Depeche Mode

Una de las cosas que me gustan de mi trabajo es la convivencia con la gente. Ahora, además, el principio de semestre suele golpearme con algo que me parece cada vez más evidente: mis alumnos son jóvenes, están verdes, y casi todos se desmigan de vez en vez en algo que no puedo interpretar si no como inocencia. Comprendo que hay entre nosotros una distancia cada vez más grande, sin embargo, no siento temor ni angustia, acaso me sorprenda de vez en cuando una envidia fugaz, la gana de tener como hace años ese aire provinciano o la sonrisa deliberadamente coqueta... Planeo sus clases y me descubro ante una tentación inaudita: censurar canciones y lecturas ¡ja! como si la inocencia de ahora no le sacara tres vueltas a los felices años que ando dando tumbos por el mundo...

miércoles, febrero 04, 2009

transición



A menudo cuando pienso en escribir este blog, me descubro redactando mentalmente que me encuentro en un periodo de transición, siempre con un halo de deseo, con un aire de paraíso perdido. Vacío el agua caliente sobre las hojas recicladas de té verde y pétalos de jazmín; prendo la vela para la tetera y recuerdo vagamente la luz de esta madrugada, un sueño de lejos que mezcló los países que conozco o que no y que de alguna forma deseo. Entonces caigo en la cuenta de que no me encuentro en ningún periodo de transición, y que ahora hago lo mismo en lo que de alguna manera pienso cuando me refiero a ese paraíso perdido: preparar y beber mucho té y pasar muchas horas frente a la computadora -sólo me falta el tiempo para volver a los cómics-. Entonces caigo en la cuenta de que lo que verdaderamente extraño es otra cosa: un estado mental de esos alterados en el que el cerebro está empapado de información y hace extrañas asociaciones de lo más obvias y que sin embargo me parecen geniales. Entonces tengo que servirme el té, sentarme aquí y admitirlo: sí, sigo en un periodo de transición. lf.