domingo, noviembre 05, 2006

Otoño-Invierno


A cambio de la lluvia y la humedad en el aire, de sentir brisa en la nuca o viento de frente al rostro, el otoño-invierno se roba al sol y, aunque los días blancos nos regalan una luz invaluable por su opacidad y nitidez, la falta de luz cada vez mayor, se convierte en un elemento doloroso de la vida diaria: los días son cada vez más cortos, el sol es más opaco y se niega a calentar, los colores todos adquieren un tono insulsamente sobrio, y la vida, cada vez más reservada al interior de los edificios, se ve iluminada por lámparas artificiales. En este panorama me recupero de una gripa súbita, preparo un taller que inicia mañana para ampliar mi corpus de tesis (sí, porque el blog y la literatura, y los cómics y los viajes y ofrendas son muy bonitos, pero tengo que hacer una tesis) y preparo otro curso que también apareció sorpresivamente y que me llevará a la tierra de Theo Angelopoulos a mediados de diciembre. Así pido paciencia: no olvido al blog ni a quienes me han ayudado con la investigación, no olvido la deuda de Oporto ni los cómics, es sólo que en estos días ha entrado por fin el otoño-invierno, y como cada año me pide celoso que le regale un par de días, tumbada en la cama, contándole cómo el año me ha hecho más vieja, me ha enredado más ideas en la cabeza y me ha hecho más feliz, todo con esta luz chiquita.lf.

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