El último día de viaje lo pasamos nuevamente en Gijón y nuestra despedida fue por demás hermosa. No hay imagen que valga para el Elogio del Horizonte de Chillida. Al borde de un acantilado la escultura exige, para estar completa, que quien la visite se coloque en su centro. Entonces uno descubre un corazón acústico, el mar en sonido concentrado, una caracola para andar. lf.
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miércoles, enero 02, 2008
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