
Esta mañana tuve un sueño impresionante, como aquellos de cuando era niña. Estábamos en algún lugar de las montañas, hacía frío y en lo alto había nieve. Habíamos comido ahí en un restaurancito que era del que en la vida real es el panadero, pero en el sueño éste se dedicaba a encuadernar libros y libretas (además de atender el restaurante), era un hermoso trabajo. Daban las 6pm, habíamos perdido el tren, a S. esto no le preocupaba, decía que bajaríamos a dormir a la ciudad y al día siguiente nos iríamos a Viena. Así que bajamos a la ciudad que era enorme, no sólo por su extensión sino por todas sus dimensiones: las calles eran anchísimas, los edificios enormes, éramos como enanos en una ciudad de cantera dorada con bolutas y hojas de parra grabadas por todas partes. Daba esa luz anaranjada de la tarde, cuando el sol nos recuerda su soberbia justo antes de desaparecer y entonces todos empezábamos a correr. Había gritos y desesperación entre la gente. Nosotros corríamos cuesta arriba, S. me llevaba de la mano y me jalaba para que no dejara de arrastrar mi pesado cuerpo, entonces volteé el rostro hacia la izquierda y entre los edificios, lo ví: era el Mayor Monstruo del Mundo. El perímetro de su cuerpo nacido como un grabado de duras líneas negras se sobreponía a la ciudad en su hora más dorada. A la distancia, podía ver gran parte de su cuerpo aunque el resto se ocultaba entre los edificios.Ví su rostro por un momento y después el negro de las líneas firmes que dibujaban sus patas rompiendo el pavimento de las calles. La visión duró a penas unos segundos, teníamos que seguir huyendo de él, cuesta arriba, pero su magnificencia ya me había marcado. Ahora miro nerviosa por la ventana; temo y deseo al mismo tiempo volver a verlo.lf.
10:09
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