domingo, marzo 11, 2007

Rarezas


A mi muy amada Salamandra le gusta meterse en la recámara, entre las sábanas revueltas del fin de semana (o de toda una vida), encontrar en ellas un calcetín a rayas, con agüjerito, y arrastrarlo hasta el marco de la ventana donde le dé el sol. A mí me toca hacer lo mismo pero en su maleta, pues he sido lo suficientemente ingrata como para no visitar su guarida todavía. Normalmente es un juego que hacemos a solas y con una taza de té bien caliente: así es como le ganamos la batalla al tiempo y a la distancia, como nos reconocemos y nos amamos... en estos días sin embargo anda traviesa y lanza la invitación en pleno blog. Debo admitir que eso, ahora, me ha provocado una especie de reticencia y bloqueo ¿no era suficiente con decir que tengo las patas y los lentes chuecos y que recién me he descubierto daltónica? No. Mi Salamandra sonríe y pide más, porque es curiosa hasta la poesía. Así que nada, van las rarezas recolectadas a lo largo del fin de semana, dedicadas a ella, que seguro me conoce otras tantas diferentes:
1. Tengo complejo de animalito: me gustan las sudaderas con bolsa de marsupial, maúllo y muevo la nariz como conejo, adopto posturas corporales dignas de una ardilla al acecho o de una vaca aburrida. Procuro hacerlo sólo con gente a la que le tengo mucha confianza, pero a veces lo hago sin pensar.
2. Los viajes me provocan a la vez entusiasmo y miedo a la muerte. Cuando viajo sin S. (como dentro de dos días) el miedo es mucho mayor, casi al punto de paralizarme, pues no se trata sólo de morir, sino de no seguir viviendo a su lado. Para sobrellevar estos periodos escribo conjuros que nos mantendrán a salvo, que nos reunirán de nuevo, que por lo menos servirán para que se sepa que me gusta la vida y que quiero seguir; vuelvo a los rezos y oraciones, a las medallas y a la invocación de mis muertos: todo con tal de protegernos.
3. Me gusta asomarme por la ventana al final de la tarde, cuando el sol ya se ha marchado pero sin ser de noche todavía, para ver a los murciélagos en su vuelo errático.
4. Cuando me siento cronopio, invento bailecitos desarticulados y fuera de ritmo.
5. Me encantan los grafitis temporales en el cuerpo: huellas del mundo y de la vida sobre mi... un moretón o un razguño provocados por mi torpeza, un beso profundo y oculto sobre la piel blanca, huellas de sol que pintan ropas de colores, vestigios de movimiento en el paso dolorido o ligero.
6. Soy adicta a los gestos y movimientos de cierta rata de biblioteca, a los pensamientos de un insomne, a los versos de un hombre que dice que tiene un gato arañándole el corazón.
lf
PD. Si hay que etiquetar a alguien, será a La Invención de Morel, por curiosa, y a Alkmene, para que escriba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen viaje. ¿A dónde vas?