lunes, abril 27, 2009

Desarrollo de la paranoia


Jueves
Avisan que no habrá clases el viernes. Mi madre, como bien sabe que nunca me entero de nada, me llama para avisarme. Me da un poco igual, pero preveo que tampoco daré clases el lunes. Les escribo a mis alumnos, replaneo mentalmente la semana. Pienso en un fin de semana largo y me da la alegría fácil de un día extra feriado.

Viernes
Se empieza a hablar de suspensiones más largas. Veo demasiada televisión. Me asusto un poco. Me duele la cabeza, como siempre, tomo un baño laaargooo para quitármelo y deshacerme de mi hipocondría inducida por los medios. Leo el tomo 1 de Sandman.

Sábado
Hay comida en casa de una amiga para darle la bienvenida a un profesor español que ha venido a dar un curso. Un amigo llama para avisar que no irá debido a la epidemia e increpa a la anfitriona, intenta convencerla de que no debe hacer la reunión, pero no lo logra. La mayoría de nosotros, profesor con esposa e hija de 3 años, acudimos sin mayor paranoia: todos estamos saludables y bien comidos. Dos amigas llaman, superan su miedo y llegan a la fiesta con todo y clamatos para las chelas. Después de dos tequilas nos reímos y burlamos de la situación. El profesor, antropólogo super alivianado, dice que ojalá después no tengamos que lamentarlo.

Domingo
Vamos al súper, hay mucha gente. Entramos y salimos tan rápido como podemos. Vemos la tele y empiezo a sentir que esto va un poco más en serio. Estamos en casa un buen rato y por la tarde salimos a caminar y fotografiar grafitis. Suponemos que no habrá mucha gente y ciertamente no la hay en las calles corrientes, el centro de Coyoacán, sin embargo, está como si nada: con sus puestos de papas, buñuelos y chicharrones y la gente feliz paseando su domingo. Leo el tomo 2 de Sandman. Hablo con mis papás y no me lo creo: ¡fueron a un retiro en una hacienda de San Luis! Se me hace un nudo en el estómago de enfado ¿no se supone que los padres deben ser responsables y poner el ejemplo? Cuando me despido, mi madre me pide que me cuide mucho y no salga. Me muerdo la boca y no le digo nada sólo porque el dichoso retiro la hizo muy feliz, pero me quedo muy enojada.

Lunes
Pasamos todo el día en casa. Salimos en coche sólo a la UNAM para intentar rescatar unos libros del instituto. Imposible. Está todo cerrado. Al volver me pongo a trabajar en forma. Estoy concentradísima y feliz porque avanzo favorablemente cuando... tiembla. Veo la tira de espejos y la lámpara, suelen moverse con el viento. Luego veo los cactus, esos no se mueven solos ni de coña. Me acomodo bajo el arco pero supongo que no es un muro seguro y me voy bajo la puerta de la cocina. Pasa pronto. Lavo ropa, preparo una lasaña espectacular. La concentración para trabajar se fue a la chingada. Vemos la TV. Cerraron todas las escuelas. Recibo correos de amigos en el mundo preocupados por nosotros y me encuentro a otros tantos en el mensajero. Me da gusto saber que se acuerden de nosotros, pero me canso de explicar que no hay gente enferma en cada esquina. Tomamos la siesta, sueño con otro temblor. Despierto. Veo a S. dormir profundamente y verlo así me tranquiliza. Acabo de leer el tomo 3 de Sandman. Subo a recoger la ropa. Se avecina una tormenta. Bajo, estornudo mucho y tengo la nariz congestionada. Sé que sólo es mi alergia, pero joder, ver tanta tele infunde miedos hasta en las experiencias más arraigadas. Escribo el blog, a manera de conjuro. Esto ya dejó de ser surrealista y anecdótico para ser un poco molesto. Descubro Little Dragon. Río con sus videos. Ha de ser bonito dedicarse a crear esos mundos.

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