viernes, octubre 31, 2008

Rosete sueña que baila un vals suave con la cocinera rusa, al estilo del de Arenski para dos pianos. H. Hiriart


¿Cuánto tiempo se puede vivir inmerso en el más puro trabajo sin escapar siquiera de vez en cuando en busca de la belleza? Que quede claro que me encanta mi trabajo, pero que mi pobre alma atormentada exige poesía, color, la harmonía de las palabras bien elegidas. Después de una semana de dar clases sin parar, me levanto amodorrada a las 8 en vez de las 5 de la mañana. S. se marcha a una reunión con nuestra amada M.F. con la tarea de preguntar cómo se traduce "Cancionero" como tradición. Yo me quedo aquí, clavada en la biblioteca con múltiples obligaciones laborales. Intento en vano cumplir una promesa y revisar una traducción. No logro concentrarme, tengo hambre y un caimán acostado en la mesa me observa. Me rindo. Preparo un café con leche y unas tostadas, me siento a la mesa y miro fijamente al cocodrilo. Narra la historia de Jonás convertido en Rosete en palabras de Hugo Hiriart. ¿Sabrá ese hombre cuánto tiempo de mi vida se ha llenado y alegrado con sus letras? Y así llego a la conclusión de que yo no puedo durar mucho inmersa en el árduo trabajo que no me alimente con regularidad de la más pura belleza. "Hagámos un trato -le digo al caimán- por cada tarea cumplida, un acto". Me mira decepcionado, gruñe levemente y tuerce el cuerpo para alejarse, algo cruza por su mente y lo detiene y en un movimiento ágil y extremo se voltea y me traga de un sólo bocado. Escribo desde dentro suyo mientras sigue con su teatro: "Rosete sueña que baila un vals suave con la cocinera rusa al estilo del de Arensky para dos pianos".

lunes, octubre 27, 2008

Papel de china


El día está nublado y sobre nosotros cae un frío calado, como los papeles picados de las ofrendas que están siempre un poco llenas de vacío. Deambulo de trabajo en trabajo y en todas partes me recibe el aroma meloso del cempazúchitl. Me siento en un jardín de Ciudad Universitaria deseando que el cielo no se me caiga a pedazos, arropándome en una chamarra vieja que huele al clóset húmedo de años pasados. Veo a los estudiantes pasar y saboreo esta incertidumbre involuntariamente prolongada. Me observo una cortada en el dedo medio que no sé cómo ni cuándo me hice y hago oídos sordos a las exigencias de mi contexto: pensar, planear, hacer y trabajar todo para el futuro porque he pasado de ser una joven promesa a ser una no tan joven pobreza. Y pareciera que no me importaran las cosas, que el ritmo y los pasos establecidos no me sirven de guía ¿Quién me asegura el amanecer de mañana? ¿Con qué certeza me veo esta hendidura en el dedo medio y me digo "No moriré"? Y es en esta incertidumbre que no hay mañana, sólo el ahora con el cielo a punto de caerse a pedazos y este frío caladito de papel de china.
lf.

PD. Imagen original de http://www.flickr.com/photos/9382721@N06/877030287/

miércoles, octubre 15, 2008

Diminutos reinos

En esta, mi nueva y ajetreada vida poblada de alumnos con ojos y orejas, idiomas y verbos, risas y reclamos-deseos, futuros, desvelos... me descubro llevando bitácoras sumamente detalladas de mi trabajo. Cuando lo pienso me parece un poco ridículo porque es como si mediante ellas quisiera dominar un mínimo trozo de mundo, ser la soberana de un diminuto reino, la escribana del caos de mi cotidianidad. Miro estas cosas: una mesa desbordada, un estuche de lápices con compartimentos, una libreta con banderitas, dibujos de bestias, poemas esbozados y en la memoria una secuencia circular de rostros y nombres. Comprendo, de alguna manera, que sobrevivo a mis propios deseos y que hay en ello algo alentador y aterrador al mismo tiempo. Entonces, sigo. lf.

jueves, octubre 09, 2008

Españoladas

Mi junta acabó temprano y tengo un par de minutos libres, así que vengo y escribo un post furtivo. Muchos de los hábitos de nuestra vida española han desaparecido: ahora hay que comprar el super de la semana de una vez en lugar de cada día, no se puede ir uno de marcha por la calle y tampoco tenemos dónde ir a nadar. Ayer, cansados del trabajo y guiados por un volado, nos escapamos por un café y entonces me salieron un mogollón de españoladas: "Quiero un capuchino pequeño, con leche desnatada y corto de café". La chica del mostrador se me quedó viendo con cara de "What?" y tuve, que reformular mi café disimulando la risa: con leche descremada y poquito café. Fue muy gracioso, pero lo mejor fue cuando ahí mismo nos apuntamos a una cata de café gratis (A quién le dan café que llore) y le pedí su boli. La cara de la mesera exclamaba ¿Boli? ¿Bolillo? ¿Boliche? ¡ay! Y por dentro me reí mucho de estas españoladas. lf

miércoles, octubre 08, 2008

Y a la maestra... su paleta


El cielo se desmorona el diminutas gotas blancas. La luz gris prevalece sobre sobre mis días, sobre el trayecto desde periférico hasta Insurgentes y sobre el paisaje que veo desde la ventana del salón. Tengo poco tiempo para escribir blogs. Mis días están dedicados a la docencia presencial y mis noches a la virtual... a menos de tres meses de la vuelta tengo por ahí de 80 alumnos. Había olvidado lo extraño que es ser parte de un mundo con tanta gente, con tantos ojos y oídos atentos. Se supone que yo debo evaluarlos, pero son ellos quienes me evalúan: ayer 3 de ellos me dijeron que me veía cansada y una me regaló una paleta de cajeta coronado. Me sentí a la vez halagada por tanta atención pero también un poco expuesta, como si de pronto mi humanidad quedara en evidencia. Me eché la paleta entre los dientes, sentí como el azúcar se diluía en mi saliva y llenaba mi boca, como el caramelo se reblandecía, ví a mis chicos responder atentísimos su examen, sonriendo cuando se encontraban con mis ojos... tengo poco tiempo para escribir, pero no importa, tiene sus ratos dulces esta humanidad. lf.