lunes, julio 31, 2006

Segundo

Lo primero fue la embriaguez de los sentidos, después un andar de animal en alerta mas contento, una necedad por contemplar las cosas y la gente, un golpe silencioso pero certero. Desperté a media noche, primero en la casa de S., en la que había sido su cama de niño, luego en la que había sido mi habitación de juventud, y aquello que me robaba hacia la vigilia, aquello que durante el día era una especie de vértigo oculto, era descubrir que mi corazón se volcaba sobre tantos afectos. Regreso a México y redescubro las manos amorosas de mi madre, la mirada siempre tranquila de mi padre, y el vigor de los padres de S. que ahora son también mi familia. Vuelvo al abrazo cariñoso de mi hermano F., a las cervezas con los amigos, y en todo ello mi corazón se vuelca: ha pasado el tiempo y sin embargo reconozco las naturalezas, los sentimientos y los gestos, sé leer en sus rostros y manos lo que las palabras no dicen. Vuelvo a los míos y con ello regreso también a mí, a la que fui y a la que soy. Lo segundo es un corazón repleto y una reconstrucción del mundo.lf.

martes, julio 18, 2006

Mexico o la embriaguez de los sentidos.



Sé que lo he dicho antes, pero es que no sé de qué otra manera expresarlo con pocas palabras: estar en México es, por lo menos, como estar embriagado. Llegamos a media noche al aeropuerto de Toluca (que es un desastre), nos recibió un olor a tierra mojada y un aire húmedo que daba gusto respirar. De camino a casa vimos las sombras oscuras de los árboles que de tan frondosos tapan las señalizaciones de las vías y a partir de entonces todo ha sido asombro: por la mañana redescubrimos esa luz brillante que le otorga a los colores una intensidad palpitante . En el desayuno las texturas olores y sabores de las frutas más deliciosas, para deleite de Alkemene: papaya roja, mango, piña, tunas y guayabas. Para los paisanos: una quesadilla de huitlacoche con aguacate y salsa bien picosa acompañada de un boing de fresa o tamarindo. El paisaje de camino a Puebla es de un verde sin tregua coronado por el Popocateptl y el Iztaciuatl (los volcanes) nevados. El cielo es tan azul que los ojos duelen. La vida crece y se desborda en cualquier rincón. Volver a casa es entrar en un estado permanente de admiración por la belleza. Para muestra basta un botón: la foto de hoy, tomada desde el techo de la casa de los padres de S., es de un amanecer cualquiera. Adoro mis vacaciones. lf.

viernes, julio 14, 2006

Atravesar los aires y los mares

Los viajes, por lo general, me provocan dos sensaciones: la primera de fascinación absoluta, ya sea por las sorpresas que depara o bien por el reencuentro de aquello que es querido; la segunda es de absoluto terror: me da miedo el movimiento, el cambio, el viaje por sí mismo. En los viajes cortos el miedo es manejable, pero en los interoceánicos llegan con una semana de anticipación, anidan en la almohada, paralizan al cuerpo y a la mente a medio llenar la maleta. Según ciertas teorías literarias, una de las características del héroe es su dominio del espacio: el que atraviesa los aires o las aguas, el que se aventura por los túneles de la tierra, el que circula por varios mundos, el que a fuerza de tanto andar acaba con los pies molidos pero con el rostro contento porque ha vivido... y para vivir, hace falta sobreponerse al miedo. Justo antes de escribir esto armaba la maleta y de pronto las manos quietas, la mente en blanco, sin la menor idea de cómo proceder. Después de unos segundos me dije "¡Joé! ¿Qué no se supone que en momentos extremos el cuerpo debería de reaccionar con adrenalinazos puros para convertirnos en sobrevivientes más aptos?" Pero nada, que yo soy uno de esos bichos raros que lo entiende todo a través de la palabra y aquí estoy, exorcizando miedos, haciendo conjuros, encomendándome a todos los santos para convertirme en heroína capaz de hacer una maleta digna de desempacarse en público, una maleta que llegue sana y salva (junto con sus dueños vivitos y coleando, claro está) y que pueda abrirse con orgullo en plena aduana mexicana.lf.

lunes, julio 10, 2006

Plegaria

Yo debería estar traduciendo resúmenes para la Revista de Culturas Populares, peleando por sacar a flote mi dislexia universal y echándome el torito de traducir directamente del portugués al inglés (de tercera a segunda lengua brincándome la ética del tradutore y haciéndole honor al traidore), sin embargo, la conciencia -bien entrenada a lo largo de mis años de infancia- no me deja tranquila: tengo que hacer una plegaria, un hechizo, un intento por reivindicarme por vano que parezca... venga una letanía por mi salvación a largo plazo:
Que a pesar de los años en cualquier institución no me convierta en dinosaurio,
ruega por nosotros;
que mi propio trabajo no me impida ver la validez del de los otros,
ruega por nosotros;
que por llevar años leyendo no me crea sabelotodo,
ruega por nosotros;
que mi actitud no vaya acompañada del rencor propio de un dios no reconocido,
ruega por nosotros;
que mi amor por mi trabajo no me convierta en una tirana de anillos malévolos,
ruega por nosotros;
que no se me olvide nunca que la vida es siempre más importante que el trabajo,
ruega por nosotros;
que mi edad, rango, color de corbata o collar de perlas no me impidan aceptar mi ignorancia,
ruega por nosotros;
ruega por nosotros;
ruega por nosotros.
P.D. Ya ven lo que hacen los veranos de 45 grados... uno empieza a disvariar.

viernes, julio 07, 2006

pronto a casa

Procuro no pensar demasiado: el día 15 regresamos a México para quedarnos unas siete semanas. Volver es siempre un poco duro, porque estando lejos uno se desacostumbra a la cara del hambre y la desesperación, se olvida de las medidas mínimas de seguridad y sobrevivencia del chilango, se vive lejos y un poco como "de a mentiritas". Volver no es solo eso: es regresar a la abundancia que embarga los sentidos y que los europeos no pueden describir más que como "exótica"; es hincharte el corazón con las emociones de ver a los de tu sangre y detener la cabecita loca para amar sin juicio; volver a México es como embriagarse a largo plazo y sin querer. Así que hacemos los trámites para el examen de suficiencia investigadora que presentaremos el lunes, leemos novelas, armamos la revista y vamos juntando cosas para la maleta... vamos "a por" cañas con los amigos y ¡los amigos! Ya llegaron y quieren que vayamos a por cañas... qué se le va a hacer...lf.

martes, julio 04, 2006

Cow e bacalhau


Pulsa sobre la imagen para verla en grande.

Estos días de cielo amplio y despejado a 40 grados de mediodía, se niegan a convertirse en días de trabajo: el tiempo que no ocupamos en los trámites para presentar el examen de suficiencia investigadora, lo dedicamos, casi compulsivamente, en la casi olvidada tarea de leer novelas y escribir cosas propias sin más pretensión que la de materializar las cosas que me pasan por la cabeza. Terminé "La invención de la soledad" de Auster y ahora leo "Tokio Blues, Norwegian Wood" de Haruki Murakami mientras escucho la estación de jazz que mi padre "armó" en Pandora (www.pandora.com). He logrado un par de versos y la descripción de uno de mis despertares de verano, pero lo poético debe dormir en el cajón y aún después del sueño suele negarse a este espacio tan expuesto. En vista de ello, escaneo un par de páginas de la libreta de viaje con la receta portuguesa del "Bacalao con natas" (crema en mexicano) que cené en mi cumpleaños. La recomiendo ampliamente. Está en portugués pero con un mínimo esfuerzo quienes hablen español podrán llevarla a cabo (y eso será otra prueba a favor de mi teoría de la dislexia universal). Acompaño esta receta con dos nuevos personajes "R&R" que en este dibujo se divierten con una de las vacas del "Cow Parade Lisboa". Si a alguien le interesa además la estación de jazz, que me deje su correo y le enviaré una invitación para escucharla.lf.

lunes, julio 03, 2006

Al inicio de este verano...

Una mañana, tarde ya, mientras los niños corren por la calle y el sol está alto con sus 30 grados de verano, luchan por salir del sueño, por despertar en el espesor del aire caliente, por dejar de abrir los ojos dentro del sueño que sueña que despierta. Una mano escapa: toca la piel del durmiente que está más allá del sueño. Se aferra, su ancla es una caricia que escapa al sueño y se multiplica. La luz es blanca: su piel la refleja igual que las hojas acostumbradas a la humedad... parpadean. Sus palabras a penas suenan. Los gestos, labrados en la memoria, bastan. La luz es blanca. Resta una mañana tardía con niños que corren por la calle, con el sol alto y sus 30 grados de verano. Silencio.lf.

sábado, julio 01, 2006

Apropiándome de las cosas


Auster dice que "Para que un hombre esté verdaderamente presente entre lo que le rodea, no debe pensar en sí mismo sino en lo que ve. Para poder estar allí, debe olvidarse de sí mismo. Y de ese olvido surge el poder de la memoria. Es una forma de vivir la vida en que nunca se pierde nada" (en La invención de la soledad). Cuatro días después de mi cumpleaños no. 28 me encuentro pegando hojas de enredadera en la libreta de viajes, haciendo monitos que rememoran el viaje a Sintra que S. me dio como regalo de cumpleaños, dibujando en el espacio intangible de mi cabeza las dos piedras enormes y cubiertas de musgo en las que me regaló tres flores doradas y una sonrisa llena de complicidad. Luego voy con los chinos y me compro un esmalte de uñas igual al que se compró la Salamandra, voy a la librería y mientras salgo con "Tokio Blues" entre las manos (recomendado también por la Salamandra) veo sorprendida dos ejemplares de mi propio libro de cuentos en la estantería. Regreso a casa sudando una horrenda gripa de verano, y caigo de pronto en la cuenta de que estas formas de memoria -juntar los restos materiales del viaje en una libreta, ilustrarlo, pintarme las uñas con brillantes Salamandrinos y llenar mis ojos con lo mismo que ella llenó sus ojos, recordar el gesto de S. al dormir e imitarlo en mi propio rostro involuntariamente- son mi manera de apropiarme de las cosas. Yo, caminando por ahí con mi andar de elefante, soy la Cintra antigua con su vegetación exhuberante, soy los rizos de los que la Salamandra se deshizo hace tiempo, soy la roca, y la perla y la distracción de S., soy la luz dorada de Lisboa que ilumina a una vaca impostora en la calle del Marqués de Pombal, y ese complejo de "Aleph" llena mi paseo y soy feliz, y las letras tendrán luego su tiempo, porque en esta forma de vivir la vida, nunca se pierde nada.lf.