
Esta semana ha sido prodigiosa: si le temo al monstruo de mi tesis es por su generosidad y la cantidad de datos que arroja. Es en días como hoy en los que me siento inmensamente feliz de ser lingüísta a pesar de haber declinado el destino de hacer grafitis en el eje diez (ja, como si la gruexa banda aceptara novatos) o a instruirme como perro fiel en el arte del cómic siguiendo al maestrísimo Edgar Clement... baste decir que las estadísticas de hoy me hacen tan feliz como un grafiti debajo de la cama, que este garabujo encierra otra vez unos labios sonrientes empapados de tequila. lf.