martes, noviembre 06, 2007

Invitación


Noche de sueños plagados de de ataúdes llenos de mis amados, miedos y sudores. ¿Qué es descanso? Luego día raro de vida exterior: nos reinscribimos al doctorado, fuimos al banco para comprobar que nuestro estado sigue siendo de quiebra (joke), pasamos al super y regresamos a casa a trabajar un rato. Por la tarde reinicié el portugués y fui a ver el Auto da Barca do Inferno de Gil Vicente con marionetas. Al final el día, descubrimos que S. estaba hambriento, M. pachucha y yo insatisfecha. He vuelto a casa y en vez de trabajar, heme aquí haciendo más garabujos y, aunque hay quien podría decir que son mi perdición, yo insisto en que nos salvan. Si la noche anterior estuvo llena de demonios, y el día del mundo de afuera que me aleja de mi mundo privado (entiéndase tesis, joke), este garabujo nos salva a todos. Esta noche nos vamos por ahí a ver paisajes imposibles de profundidad carmesí y brillos dorados, a vivir aventuras dignas de sustituir pesadillas, a recordar que la vida es un gran viaje y que hay que disfrutarlo. Así que relajemos los hombros, extendamos la cama que lleva días sin tenderse, acomodemos el rostro sobre la almohada... elijan su ventanilla, este sueño va a empezar...

lf


P.D. Este post está dedicado a los que empiezan el TIT, a los que estamos inmersos en la tesis, y a los que habiéndola terminado, la extrañan un poco.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

In the town where I was born,
Lived a man who sailed to sea,
And he told us of his life,
In the land of submarines,

We all live in a
Yellow submarine
Yellow sumbarine
Yellow submarine

Anónimo dijo...

Porque no habría de hacerlo? Se pregunto por un instante. Luego sintió el calor desgarrándole el alma.

Fue una tarde de domingo que siguió el ritual de siempre. Siempre el mismo cosquilleo aburrido. Fue hasta que vio esos ojos profundos, que la sensación fue diferente. Su cuerpo supo que se enfrentaba a la muerte. Venia disfrazada de un toro, como siempre supo que sería.

No pudo evitarlo. Se arrodilló resuelto y movió sus brazos en el gesto conocido. Sintió el resoplido de la bestia que mansamente lo invitaba a dar batalla, a no dejarse caer. Voy a hacer esta faena, se dijo a si mismo, y no supo si era el o el toro el que embestía.

Mucho después, respiro profundamente y, como otras tantas tardes, levanto la espada. Esta vez las puntas del toro tenían un brillo particular. Escucho un respirar tranquilo y vio la vida que seguía fluyendo en ese hermoso animal. Recordó cuando, muy joven, tuvo la fortuna de probar ese néctar de vida. La savia eterna del hueco de su amada, donde luchó para luego descansar. Poco antes de confiar su cabeza a la almohada.

Porque no habría de hacerlo?, Se preguntó por un momento. Nunca lo entendió, pero el calor de la cornada envolvió sus últimos recuerdos, mientras la espada caía de su mano.