miércoles, septiembre 10, 2008

Ratos robados


Vivo pendiente de mi pequeña cotidianeidad: ir al super una vez por semana, lavar la ropa en mañanas soleadas, preparar -interminablemente- clase tras clase, corregir -también interminablemente- tareas de mis alumnos con el verbo "to be" mal conjugado... juntar los papeles para pedir otra beca que me permita hacer cómics los fines de semana, cocinar cuando tengo oportunidad. A diferencia de mi vida en España que transcurría en un pequeño departamento y en un pueblo diminuto donde el tiempo se extendía como una gran alfombra de pasillos interminables, aquí el tiempo insiste en brincar de un lado a otro, en desbordarse sobre puntos varios de la ciudad, en obligar a mis ojos a ver uno y otro y otro horizonte distinto. La poesía, los cómics y también este blog, han pasado a formar parte de los ratos robados a la vida. Y eso no está mal, hay tiempos para vivir y tiempos para escribir. Lo que más me sorprende de este periodo es que me he visto obligada a tratar a la gente. De buenas a primeras cada semana hablo, interactúo y discuto con al rededor de 70 alumnos y todos ellos me sorprenden. La gente y lo que desea, lo que hace y cómo habla, sus gestos y acentos, su extraña manía por ponerme atención... mi deber de ponerles atención. Después de cuatro años dedicados a la escritura de una tesis, salir así, de nuevo, a la humanidad, es de lo más extraño... y ahora a lavar la ropa.

Ilustración de Pilar Sala

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