lunes, noviembre 06, 2006

ojos chiquitos o los milagros del café

En un intento por ampliar el corpus de estudio para mi tesis hoy, inicié un nuevo taller para estudiantes de español. Me vestí medianamente formal, me aplaqué la melena y con chingos material en la bolsa llegué con cinco minutos de anticipación a la clase. Al poco tiempo tenía 13 pares de ojos fijos en mí... "bla bla bla bla, bla bla bla ¿miau?" Cero respuesta. Las 26 pupilas me miraban fijas, como si vivieran solas, sin boca en el rostro que las acompañara. Finalmente una sueca estrenó su voz, luego una canadiense y una danesa. El resto eran ojos bellísimamente razgados en una estética oriental minimalista y perfecta "Bla bla bla bla..." y las 20 retinas restantes me miraban a través de esa rendija delgadita como un grano de alpiste. Nada. A media clase di 5 minutos de descanso. Las occidentales se pararon por un café de inmediato, pero los orientales se quedaron en su silla, quietos y tranquilos, como si ese descanso no les hiciera falta, como si el movimiento no fuera una necesidad. Acabé por preguntarles si me entendían, todos dijeron que sí y yo les expliqué que era incapaz de leer su lenguaje corporal. Admitir esa ignorancia fue como abrir una puerta: rieron discretos, me dijeron que no podrían haberse imaginado que soy mexicana (¡again?) y finalmente inició algo así como una complicidad. Durante la segunda parte de la clase las pupilas tuvieron también boca y sonrisa y al final, creo que lo hemos pasado bien... aunque puede que el cambio también se debiera a los dulces de café. lf

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