jueves, octubre 05, 2006

Schultze gets the bues


Schultze enciende la radio. Escucha algo que le llama la atención, pero que no es polka, así que presta oído sólo unos momentos y apaga. Sobre la mesa la lámpara mineral que le regalaron sus colegas mineros al retirarse sólo hace un par de semanas, refulge con un brillo salado. Schultze hace por salir de la habitación pero no lo logra: regresa a encender la radio y escucha un poco más. Apaga de nuevo, y de nuevo intenta marcharse sin lograrlo. Por tercera vez enciende la radio y escucha la melodía con atención. Cuando finalmente logra salir de la habitación con la radio silenciada, se cuelga el acordeón a los hombros y toca, primero despacio, luego cada vez más rápido, la melodía que acaba de escuchar hasta lograr el ritmo vertiginoso del Mississippi bailando en noche de luna llena. Al día siguiente el médico le aclara que cambiar de gusto musical no es una enfermedad sino un privilegio: debería estar contento de que a esas alturas de su vida le sigan sucediendo cosas.

Me voy a la cama contenta por estar dividida entre tantas pasiones: la lingüística, el arte gráfico, el blog -cuyas encuestas van creciendo lento, pero crecen gracias a ustedes, gracias- pasión por S. en todas sus formas, todos sus "moods" gestos y miradas, por la poesía y los murciélagos que al atardecer cazan insectos frente a mi ventana...

"Schultze gets the blues" ópera prima del director Michael Schorr, 2003. Inmensamente sencilla o simbólica, depende de "vuestros" ojos.lf.

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