martes, febrero 05, 2008

Sueño tomado



A menudo me sorprenden las formas en las que, como diría Cortázar, se asoma eso que está al otro lado. Estos meses mi vida se ha construido al rededor de un texto con -pobrecillo- complejos científicos, ilusiones de objetividad, sueños matemáticos. Las novelas y poemas han encontrado huecos en donde esconderse por toda la casa, las pinturas están guardadas en cajas de zapatos, salvándose sólo la música que, aunque desterrada en las horas estrictas de redacción y corrección, acaba siempre por llenar nuestras horas más desesperadas. Yo creía que dentro de esta rutina de trabajo, natación y ciática, todo estaba medianamente controlado, hasta hace unos días en los que, además de soñar con que hacía tablas y corregía mi redacción, empecé a soñar con música. Al principio no me preocupé, a veces sueño con cómics animados que desordenan la habitación, con texturas que creo son de antes de nacer, con furias inconfesables. Pero anoche fue diferente, de un soundtrack pasé a la repetición cíclica e invariable de tres o cuatro notas. Me desesperé, me desperté, me destapé y miré la luz nocturna que se colaba por las persianas. Hice un esfuerzo por oír los ruidos de la noche, pero no había nada más que nuestra respiración, y al poco, también despierta, las tres notas repetidas al infinito. Sueño tomado. Pasé la noche siendo un juguete del otro lado, una pelota lanzada hacia la noche y de vuelta a las tres notas, una muñeca de carne blanda con una pata rota tratando de bailar tres notas, un grillo desesperado por arrancarse las patas. Esta noche no tengo miedo, si así me llama tengo que ir, no se puede hacer siempre oídos sordos al otro lado. lf.

No hay comentarios.: