domingo, julio 27, 2008

A hora de México

Lentamente las cosas aquí van aclarándose: S. tiene ya un proyecto aceptado para trabajar y eso define nuestra estancia en esta hermosa ciudad de locura. En la casa todo va pareciendo más familiar: el olor al abrir la puerta anuncia la madera, la lluvia de cada tarde arrulla las lecturas, las cosas en la cocina se van haciendo más a mi mano. A pesar de ello sigo golpeándome con todo, se me resbalan las cosas y despierto de sueños aterradores. Hoy por la mañana, por ejemplo, estaba sosteniéndole el micrófono a alguien que debía leer algo en inglés pero lo leía en ruso cuando un grupo de soldados irrumpía en la conferencia preguntando por mí. Me llevaban detentenida, según las malas lenguas, por ser sospechosa del asesinato de una de mis antiguas caseras. Al oír el cargo primero me sentí tranquila, pues estaba segura de no haber matado nunca a nadie, pero conforme el sueño seguía me parecía descubrir que quizá tenía un secreto profundo y terrible oculto incluso para mi consciencia. Desperté sintiéndome frágil, agobiada y diminuta. Creo que no debo seguir leyendo "La carretera" de McCarthy antes de dormir...

He pasado el resto del día urdiendo posibilidades, imaginando proyectos posdoctorales, ensayando discursos frente al espejo del baño. Mañana me acercaré a mi antiguo lugar de trabajo a ver si alguien me reconoce, a ver si hay posibilidades de algo. Y esas son las cosas que pasan hoy que he cambiado el horario del blog de la hora de Lisboa a la de México. lf.

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