domingo, octubre 14, 2007

Trabajo y milagro

Trabajo incansablemente en la comunicación para el congreso en Vigo y en la tesis. A lo largo del día procuro un discurso sencillo y objetivo que explique como he comparado mis dos córpora con una base de datos, luego vuelvo a los archivos que contienen las palabras de mis alumnos... uno de estos días tuve que revisar y corregir las erradas morfológicamente de una tribu de más de 33,000 vocablos. Y aún así, después de tanto verlas, la carta que Viola le escribió a su madre preocupada por su salud, o en la que Shum Pei confieza el horror que el frío madrileño le provoca, me siguen provocando una punzada dolorosa en el centro del cuerpo. Esto no es ficción, no tiene una trama que empuje a seguir leyendo, sus descripciones son pocas y malas, y la poesía se revela, tímida, muchas veces disfrazada de error. He tenido el privilegio de asomarme a la vida de estas personas y me han regalado sus letras así, tan despreocupadas, para que yo las estudie y explique con ellas cómo se ordenan las palabras en nuestras cabezas. ¿Pero y lo otro dónde queda? En medio de la ciencia esta humanidad palpita y sobrevive, hundida en la objetividad acusa al recuerdo y a la reflexión. Entonces pienso que ese es el verdadero milagro de la lengua: que debajo de ella siga habiendo gente de verdad. lf.

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