viernes, julio 14, 2006

Atravesar los aires y los mares

Los viajes, por lo general, me provocan dos sensaciones: la primera de fascinación absoluta, ya sea por las sorpresas que depara o bien por el reencuentro de aquello que es querido; la segunda es de absoluto terror: me da miedo el movimiento, el cambio, el viaje por sí mismo. En los viajes cortos el miedo es manejable, pero en los interoceánicos llegan con una semana de anticipación, anidan en la almohada, paralizan al cuerpo y a la mente a medio llenar la maleta. Según ciertas teorías literarias, una de las características del héroe es su dominio del espacio: el que atraviesa los aires o las aguas, el que se aventura por los túneles de la tierra, el que circula por varios mundos, el que a fuerza de tanto andar acaba con los pies molidos pero con el rostro contento porque ha vivido... y para vivir, hace falta sobreponerse al miedo. Justo antes de escribir esto armaba la maleta y de pronto las manos quietas, la mente en blanco, sin la menor idea de cómo proceder. Después de unos segundos me dije "¡Joé! ¿Qué no se supone que en momentos extremos el cuerpo debería de reaccionar con adrenalinazos puros para convertirnos en sobrevivientes más aptos?" Pero nada, que yo soy uno de esos bichos raros que lo entiende todo a través de la palabra y aquí estoy, exorcizando miedos, haciendo conjuros, encomendándome a todos los santos para convertirme en heroína capaz de hacer una maleta digna de desempacarse en público, una maleta que llegue sana y salva (junto con sus dueños vivitos y coleando, claro está) y que pueda abrirse con orgullo en plena aduana mexicana.lf.

1 comentario:

hf dijo...

Buena suerte querido Harmodio! Ya nos contaremos las aventuras.