lunes, julio 03, 2006

Al inicio de este verano...

Una mañana, tarde ya, mientras los niños corren por la calle y el sol está alto con sus 30 grados de verano, luchan por salir del sueño, por despertar en el espesor del aire caliente, por dejar de abrir los ojos dentro del sueño que sueña que despierta. Una mano escapa: toca la piel del durmiente que está más allá del sueño. Se aferra, su ancla es una caricia que escapa al sueño y se multiplica. La luz es blanca: su piel la refleja igual que las hojas acostumbradas a la humedad... parpadean. Sus palabras a penas suenan. Los gestos, labrados en la memoria, bastan. La luz es blanca. Resta una mañana tardía con niños que corren por la calle, con el sol alto y sus 30 grados de verano. Silencio.lf.

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