miércoles, junio 04, 2008

Móvil


A ratos el sol se asoma y parece como si el verano, ofendido por tanta lluvia, estuviese dispuesto a quemarnos a todos con un rayo de sol único y fulminante. Me pongo una falda corta de lino y pienso que el clima hará más fácil el abandono de los abrigos. Después de tanto trajín burocrático, de las visitas, del desorden propio de la lluvia fuera de época, concilio a ratos un sueño muy profundo en el que sé que estoy, donde estoy, de paso. Y puedo arremolinarme en las cobijas un rato más, irresponsablemente más, para disfrutar de la habitación oliendo a sueño, para escuchar sus ruidos, para ver el móvil de alambre y piezas geométricas trazando trayectorias circulares sobre mi cuerpo. Así me levanto y muevo cosas en la casa, logrando por fin y por momentos esa falsa sensación de orden y desapego, algo que se parece a la calma. Leo poemas a escondidas de mí, poemas que no entiendo del todo, que hablan de huecos, del tiempo, que usan palabras con sonidos silbantes y ajenos. Los leo y dejo que ronden en mi cabeza, que habiten amorfos y maltrechos mis días. Sí, de pronto este tiempo parece mío, acaso sea porque parezco dispuesta a dejarlo todo, de nuevo, para volver a casa.lf.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta bien chiiido...