jueves, abril 05, 2007

Melancolía por el Chupacabras


La reciente visita de unos cuates mexicanos, la voz de mis padres, esta puta primavera que se hace del rogar, el blog de Luviano que habla de Comala, el primer aniversario de la ausencia de mi abuela, la lata de cuitlacoche vaciada en quesadillas y la chilanga banda se suman y desencadenan una ola irrefrenable de recuerdos. Anda pa'allá el pensamiento que me urge el sol de mi tierra, soy tan blanca que parezco mapa hidrográfico o ejemplo para ilustrar el sistema nervioso central, que los pies no se me calientan y pienso todo el tiempo en el jardín de mi madre lleno de helechos, chilitos y papayas. Mi melancolía está hecha de colores, del miedo al tiempo, no sobre mí, sino sobre los míos, de ganas por que me duelan los ojos de ver tanto verde, tanto cielo, de embriagarme con el olor de la fruta recién partida, de dolerme el paladar con los huesitos de una tuna. Melancolía por ver ese Chupacabras que en pleno convento colonial llenó mi imaginación infantil mucho antes de que las noticias dieran cuenta del experimento gringo que acababa con el ganado. Ganas de volver... porque sé que ahora no puedo, porque sé que me falta y no sé cuánto, porque llevo noches acumuladas con sueños de casa materna y animalitos subiéndose en los muebles para ver al Chupacabras que al amanecer se acerca, se cuela por la ventana y paradito de garras en la cabecera de latón alarga su cuello, me bebe los años y me deja niña para luego despertarme con un mordisco cruel y juguetón en el pueblo más árido de toda Castilla...'che Chupacabras.lf.

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