domingo, junio 10, 2007

Amistades y lentejas


Deliciosa noche de vino blanco, backgamon, go, y múltiples conversaciones sobre el lenguaje y el pensamiento, el amor, la tristeza, los blogs y la supuesta imprescindibilidad de la olla de presión para hacer lentejas. S. y yo, después de más de dos años de autoexilio, por fin vamos encontrando amistades duraderas, juntando ideas que se hacen compañía, hilando letras que hallan eco en nuestra voz hasta la madrugada. Esto me hace especialmente feliz porque las amistades aquí, o por lo menos las manifestaciones de amistad, me parecen muchas veces distantes, ¿o acaso seré yo maestro? Quizá por eso para mi cumpleaños en vez de visitar un lugar nuevo quiero volver a Granada: los amigos que ahí nos reciben son siempre como una casa con las ventanas abiertas, luz clara a raudales, convivencia que sabe a abrazo interrumpido sólo por risa desemesurada y sincera... ese sabernos un poco más comprendidos a pesar de nuestra maldad o estupidez, a pesar de ser nosotros. Vamos por ahí, tropezando con rostros y voces ajenas, multitudes de caras y palabras que nos suenan a hueco, corazones que no logramos ver o discernir, multitudes otras, lejanas, y de pronto alguien se sienta a nuestra mesa y somos felices comiendo un plato de lentejas. lf.

1 comentario:

ÓL dijo...

Es lo que tiene las lentejas.