sábado, junio 30, 2007

puras promesas


Estoy endeudada con el blog. Le hago promesas de actualización pero me distraigo, primero con la vida, luego con la memoria y por supuesto con los regalos. Este cumpleaños lo he celebrado repetidas veces: una empezó con pizzas auténticamente italianas y terminó en karaoke, otra se refugió en Monachil, Granada, donde la última casa del pueblo guarda dulces corazones mexicanos que saben a hogar, y en donde la celebración duró tres días llenos de risa, música y comida picante. Luego hemos vuelto a la quietud de nuestra casa donde han raptado a nuestro antiguo refrigerador y a cambio nos han traído uno nuevo que gruñe, huele mal y no enfría por más que tratamos de hacerle entender que con 37ºs su cooperación era indispensable para la supervivencia de las paletas heladas. Como no ha respondido favorablemente y su hedor químico da miedo, lo hemos apagado y hemos pasado la tarde devorando paletas heladas. Yo lo hice leyendo uno de mis regalos "Ensayo de la ceguera" de Saramago. No pude parar: dos días ininterrumpidos de ciegos, la reciente adicción molachileña al pan con mermelada, y paletas heladas. Y ahora la wacom, mi tableta de dibujo, me encanta, suena a medicina mágica: "Pruebe la nueva Wacom Tableta de Dibujo y olvídese del mal pulso, la falta de imaginación o el bloqueo creativo bla bla bla". Nada decente todavía, así que me quedo en promesas, unas de palabras, otras de garabujos. Por lo pronto va un pensador dedicado a Alkmene que mañana se va a Berlin en busca de aventuras. Te vamos a extrañar querido tuberculoso imaginario, lf.

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