viernes, junio 22, 2007

There's no school like the old school


Hoy, en un descanso de piernas y manos de los índices de cohesión léxica de la tesis (son un poco pegajosos esos índices disfrazados de indicadores semánticos), me descubrí caminando con un ligero balanceo que sabía a juego: Thelonious Monk al piano, Sonny Rollins al sax... mis ojos también danzando de una a otra de las pequeñas pinturas hechas cuando el desvelo ya no da para más trabajo. Siempre he renegado de mi lado gringo, en parte porque mi padre nunca me inculcó especial amor por su cultura y su país, en parte porque la familia mexicana que ha cruzado al norte, obviamente de mojados, lo ha pasado muy mal. Además papá siempre ha dicho que en México logró por fin ser feliz, aunque no ganara tanto dinero como allá. Esta noche sin embargo descubro, a media danza escapada del trabajo, el amor dulcemente inculcado al antiguo jazz en esas tardes de hacer tarea tumbada en la alfombra de su oficina, frente al tocadiscos a todo volumen. Papá arreglaba cosas de programación con la melodía del clarinete de Sidney Bechet con ese cuadro de fondo, medio impresionista y medio oscuro, el saxofonista negro y de saco blanco construyendo una noche roja. Hoy mi pequeño universo privado, ese en el que descanso del mundo, está hecho de esas herencias. Thank you my beloved Sailor, it's a great legacy, one of joy and beauty. lf.

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