miércoles, diciembre 12, 2007

Una de lagartijas


La tercera o cuarta noche en nuestra habitación de hotel, mientras yo intentaba trabajar en la tesis y B. miraba la TV, apareció junto al techo una diminuta lagartija blanca. B. peló los ojos y dió voces (no le gustan los animales y menos los bichos), y al momento supe que sería yo quien tendría que salvarla. Recordé entonces cómo con escasos 6 años yo me abrazaba al cuello de una mastín napolitana babeante y enorme, cómo me internaba en su jardín con un tóper de queso cottage a coger bichitos sólo para verlos. Mis preferidos eran justamente las lagartijas grises, las más pequeñas, que eran las que cabían entre mis manos sin causarme miedo. Nunca les hice daño ni les quité la cola, sólo les pegué unos sustos de aquellos, pero no era por maldad. Me gustaba tenerlas entre los dedos y sentir su corazón diminuto latir. Insisto, no era maldad sino una fascinación por ver que ellas, como yo, estaban vivas y latían. En esta ocasión me serví para la caza de un vaso y una lista de nombres griegos. B. me abrió la puerta de la habitación y, aunque en el elevador le pregunté a Thesa (para entonces estaba convencida de que era su encarnación) cómo había logrado subir los 6 pisos siendo tan pequeña, no me respondió, porque era griega y no hablaba español. En la recepción me hicieron fiesta alegando que dichas lagartijas son de buena suerte y, aunque me parecieron muy sinceros, sospeché que se tratara de una artimaña para que no lo achacáramos a la limpieza del hotel. A diferencia de mi infancia, no pude ponerla en el mismo lugar donde la había encontrado, pero sí en una maceta lejos de donde los gatos hacían ronda. Al día siguiente mis alumnos me explicaron que en Grecia las lagartijas blancas se consideran el buen espíritu de una casa, que son quienes la protejen y guardan, y que nunca, bajo ninguna circunstancia, se les debe matar... entre el amor por el queso feta y la consideración por las lagartijas, empiezo a sospechar que de la sangre de mi bisabuelo griego, algo queda en mí. :) lf.

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