jueves, enero 04, 2007

promesa a media noche


Estos días se suceden vertiginosamente: he deseado a penas al sentir la piel de cada uva romperse entre mis dientes, no he hecho propósitos de año nuevo sino vivir y ser feliz. El recuerdo de la neblina en Thessaloniki sigue fresco en mi memoria y en mi piel cuando la promesa de Marrakech se asoma a esta media noche. Pienso en cuan breve e insignificante es nuestra vida, y en lo importante que son los afectos. Al final de la jornada ¿qué es lo que nos queda sino el corazón rebozante de sentimientos? Nada somos, acaso una caricia desnuda, una sonrisa paciente, un andar de niño que juega al atardecer. lf

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