miércoles, enero 02, 2008

Año viejo, año nuevo

El año nuevo es más feliz si se le recibe con una botella de tequila, sino, se apochcagua y sufre de depresión temprana. Por eso, después de correr la San Silvestre Vallecana (o en su defecto acompañar a los corredores y llevarles chocolate caliente) sacamos los caballitos antes que el cava y nos regocijamos en compañía de amistades y palabras mexicanas, junto con uno que otro español cariñosamente adoptado. Hoy nuestra casa vuelve a la normalidad de sus habitantes taciturnos, a las interminables tazas de café y los ordenadores siempre encendidos. El año pasado fue generoso y este nuevo inicia con dos de nuestras familias en casa nueva, con la promesa de la vuelta con sus ángeles, miedos y demonios, viene el 2008 con la redacción de media tesis pendiente, el terror al ojo crítico de mi tutora y sinodales, la esperanza de haber aprendido algo. Me miro en el espejo los nuevos rizos y me repito que hay que guardar la calma, trabajar pasito a pasito, día a día, amando cada letra y cada espacio, siendo sencillamente feliz por estar viva. Ser sencillamente felices ¿puedo desearles algo mejor? lf.

2 comentarios:

ÓL dijo...

Lo mejor, desde luego... Aunque creo que ya lo había dicho.
Por cierto, el año pasado, Harmodio y yo, en un breve pero intenso intercambio epistolar, llegamos a la conclusión de que estás buena.

hf dijo...

jajajajaja, menos mal que el intercambio epistolar fue breve, sino, sabe dios a que otras conclusiones llegarían. lf.