jueves, agosto 16, 2007

Gata maniática


Gata maniática es fácilmente distraíble. Entra a una librería y deja que sus ojos vaguen de título en título, de portada en portada; va a una tienda de chucherías y se pone a ver los materiales y los trazos de las cosas inservibles que acaban por hacer de los trasteros lugares encantadores y sombríos; al atravesar un parque levanta la vista para ver los árboles ululando y tropieza con sus propios pies; intenta trabajar con música y acaba por quitarla porque es imposible escribir la tesis bailando samba o cantando blues. Gata maniática también es infinitamente indecisa: lleva viendo en el aparador de la papelería desde hace meses un estuche para lápices con brillantes colores que no se ha comprado por indecisión, y porque cuesta 10€, que es mucho para un estuche de lápices vacío. Sí. Además es coda, no cree merecer nada caro, excepto cascabeles con baño de latón si tienen dulce melodía. Gata maniática ha pasado la noche viendo las posibilidades de un viaje. Sólo sacó en claro que el trayecto Ginebra-Besançon es posible en tren aunque con un transbordo, y que Genevre y Genève son, hasta donde pudo entender, el mismo lugar en distintos idiomas. Al final la única decisión tomada ha sido no tomar decisiones esta noche y sí zamparse una aspirina. Gata maniática escapa a la traducción de una entrada de enciclopedia escrita por un sabio español que hace oraciones de 15 renglones, y sueña con un viaje de mochila y aventura en el que pueda conocer gente sencilla y de mirada profunda que acaso le haga algún cariño bajo la oreja. Gata maniática desea percibir la belleza y lamerla empalagosamente con los ojos entornados hasta que se le alise la lengua. Desea también soñar con la belleza y que los albañiles del piso de abajo mañana entren tarde a trabajar. lf.

Fotografía de García Saucedo

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