jueves, agosto 09, 2007

Los dones, los pubertos y las ñoras: memorias de autobús


Obligados por el calor, y en mi caso, también por una ciática ganada a pulso por malas posturas frente a la mac, nos hemos apuntado a la piscina (que alberca en España significa tinaco, así que imaginen la cara del de la recepción cuando le pregunté por los precios para nadar en la alberca). Desgraciadamente para llegar a ella tenemos que tomar autobús (que camiones aquí son los de carga) y como en la ruta hay un centro comercial y un cine, eso va lleno de chamacos pubertos y escandalosos, de ñoras con carrito de la compra (osea del super), y de dones aburridos que ya no alcanzaron lugar en la banca frente a la obra para gritar: "¡La masa chaval!" Esos son los que mejor me caen, sobretodo los callados que se echan toda la conversación ajena, como cuando Alkemene se inventaba alz-jaime para justificar que siempre se le olvidaran las pelis que le encargamos y el don de junto estaba que se botaba de risa de ver a un joven de veinticacho años diciendo esas cosas. Los que peor me caen son los chicos jóvenes, con esas piernas que no saben estarse quietas, con tanta hormona escapándoseles por los ojos y los morros, con esa imposibilidad de contenerse a sí mismos... o más bien no, que todo lo anterior puede ser gracioso de observar, los que peor me caen son los móviles de los chicos, porque ellos se creen que las rolas que ahí guardan son la neta y las ponen a todo volumen y ahí vamos "dale que te pego" oyendo media hora la rumba esa de "Daaaameee pa la gasolinnaaaa" o las de "olei olehehelei" cantadas a coro por las dulces vírgenes del autobús. Y como dice S. lo verdaderamente triste es la mala calidad de reproducción de los móviles (que celulares aquí es cosa de biología). Y bueno, pa' acabar están las ñoras de los carritos: las hay viejitas con blusa de flores y cabellos peinados a los 60s, rumanas en los 30s rubias y modernas vestidas de colores vistosos, y la española promedio que no aprendió nunca a moderar el volumen de voz. La de ayer, también en el móvil, era fenomenal: "Mira que te iba a llamar y no pude... ¿pero qué te pasó?.... ¡Ay! ¡Qué es tu aniversario! .... que un aniversario así no es de todos los días ... y a mí que se me había olvidado" y todo el autobús fletandose la conversación, yo de plano me ataqué de risa, se la contagié a la viejita de junto y, antes de bajar S. se aventó una puntada gritando "¡Oiga señora! ¡Felicítela también de mi parte!". Y es que para sobrevivir al autobús, hace falta, sobretodo, buen humor. lf.

1 comentario:

ÓL dijo...

Borges solía decir sobre los españoles que "creen que gritar es tener la razón", y qué puta razón tenía.