jueves, julio 19, 2007

Maniática obsesiva

Interrumpo este diario de viaje para aceptar públicamente que soy una maniática obsesiva. Sí, señoras y señores, hoy a fuerza de matar cucarachas, descubrí que soy un animal mucho menos civilizado de lo que creía; es más, soy un animal territorial deseoso de venganza. Ya había comentado en este espacio el profundo odio que le profeso a las arañas blancas que atacan a mis plantas, pero poco a poco he ido comprendiendo que odio a cualquier grupo -especialmente no mamífero- que intente establecerse en mi casa. Gracias a la construcción del piso de abajo, poco a poco horrorosas cucarachas han ido apareciendo por aquí. El primer día mi reacción fue de horror, lo cual le dio tiempo al bicho para escapar. El segundo día intenté matarlo, pero mi asco era tanto que no atiné a darle. El tercero descubrí que tengo reflejos cazadores y ahora las mato rápidamente y sin piedad. El problema es que su presencia, como la tesis, los garabujos y lo que diga mi tutora de mi trabajo, me obsesiona. Veo movimiento en un reflejo y me salta la adrenalina del gato que aguza oido y saca las garras listo para cazar, y resulta que lo visto es mi propio parpadeo en el espejo cóncavo de una cuchara; siento alguna cosquilleo en el pie -nunca me han tocado, que no se atrevan- y estoy lista para tirar el zarpazo cuando descubro que se trata de uno de mis cabellos recién caído; veo cualquier punto negro que salga del patrón del paisaje y ya estoy buscando antenas que aplastar.

Pero el problema no soy yo, yo soy perfectamente capaz de vivir con mis manías y obsesiones, que hasta ahora ninguna ha sido impedimento para llevar una existencia normal. El problema es para quien vive con el maniático obsesivo, en este caso S. ... Esta mañana, decidida a acabar con los bichos, le he informado que iba en busca de trampas y tópers para no dejarles la más mínima posibilidad de acceder a una migaja de comida. Al volver le he informado que iba a lavar, limpiar y colocar las trampas, a lo que él respondió "¿De verdad no puedes pensar en otra cosa?" Me disculpé diciendo que había que hacerlo pronto porque ya era hora de comer, pero la verdad es que quería responder que no, que no podía pensar en otra cosa, que soy una maniática obsesiva, que tengo que mantenernos a salvo de los bichos. Pero no pude, y desde entonces estoy pensando en esas pequeñas manías que compartimos: proteger los monitores de los ordenadores de los dedos de la gente, tener siempre queso y chorizo en el refrigerador, respaldar nuestro trabajo compulsivamente, escribir el blog cuando el sueño ya reclama cama, pequeñas obsesiones que el uno no sólo ha aceptado del otro, sino incluso adoptado.

Suspiro. Deseo que S. siga riéndose de mis obsesiones como esta tarde al decir que para acabar con ratones se necesitan gatos y para acabar con bichos se necesitan lingüístas maniáticos, deseo poder seguir riéndome de mí, aunque sea en cómic.lf.

No hay comentarios.: