sábado, julio 21, 2007

Quieta Carrara



Postrada, en inútil resistencia, en frágil, incrustado equilibrio, espero. No me quedan ojos que lo constaten, pero sé que soy vista. Alguien viene y me observa, hay quien sobre mí derrama relámpagos artificiales, se marcha, me olvida. Ese alguien se multiplica, y gracias a una voz dotada de lenguas no hay día que alguien no detenga en mí su mirada. Acaso esa voz me ame... ¿será posible? tras todos estos años ¿podrá su vista tan acostumbrada a mis formas, amarme? Si tan sólo le fuera concedido tocarme, como en las estaciones soleadas en las que siento el calor del sol arrastrase por esa ventana hasta trepar por mi cuerpo, hasta darle descanso a estos pezones de frío erguidos. Pero no, yo que estoy ciega, que carezco de rostro, de paso y yemas dactilares, no puedo ser tocada. Postrada, en inútil resistencia, en frágil, incrustado equilibrio, espero: su mano posada en mi espalda, diminuta y tibia ¿cuándo se atreverá por fin a empujarme? Imagino entonces una existencia diversificada, un ser en astillas dispersas por el mundo, una vuelta, como todos, a la tierra. lf.

1 comentario:

Alkmene dijo...

"Un ser en astillas dispersas por el mundo". La mano lo cambia todo, tienes razón. La imagen tiene vida sólo porque intuye la vida que le está vedada.