viernes, abril 14, 2006

030106 Complejo de chica Almodovar


03 enero
Complejo de chica Almodóvar
De muy niña, en México, ví un día Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios. No sé bien qué fue lo que me marcó de esa película si el gazpacho con somníferos, la loca en motocicleta con la cabellera al viento o la mujer dormida con su primer orgasmo. En aquel entonces yo era demasiado pequeña para entender cualquiera de las tres cosas, lo que sí entendía perfectamente era la desesperación de esas mujeres, aunque no sus motivos. Al llegar a España me sorprendió que realmente existieran las persianas verdes en las ventanas y balcones, que no fueran sólo otro decorado colorido de Almodóvar. Poco después me compré la peli descubriendo cada vez que la veía las cosas que sí son así en España y las que no (al menos ahora). Al cabo de un año ya sólo canto "Yo quiero ser, una chica Almodóvar..." por melancolía pero no por convencimiento: me falta acento, peinado e impulsividad. Sólo soy yo. Sin embargo, de vez en cuando Tomás me llamá desde Madrí y me dice "Que tenemos una frasesilla para grabar" y entonces yo me arreglo los rizos, me trepo al tren y acabo frente a un micrófono leyendo frases con mi bellísimo acento mexicano para un libro de idiomas. Durante ese cuarto de hora (o tres cuartos de hora cuando no me sale la voz grave o cuando Tomás se pone exigente) yo me convierto en una chica Almodóvar: mi existencia toda gira al rededor de mi voz, que como la de Pepa encarna personalidades distintas a la propia. Hoy me ha tocado ser una restauradora de pintura y escultura que haría prácticas hasta en el Prado, Mara me llamaba, y como en la realidad, decía también que ser migrante es difícil sobretodo cuando "te pones enferma". Después de grabar, mientras yo me marcho, Tomás toma el fantasma de mi voz y lo junta con muchos otros fantasmas para crear un significado que yo nunca conoceré en su totalidad. El espejismo dura mientras atravieso la Plaza de Castilla y mis rizos al viento proclaman la libertad de una medusa. Pero como lo he dicho: además del peinado me falta el acento y la impulsividad de una auténtica chica Almodóvar, así que, para cuando me trepo al tren soy de nuevo yo, yendo a casa, viviendo las cosas de mi cabeza, acompañada durante el viaje por la serpiente de luz echa carreritas con el tren, por la reina loca a la que tampoco le interesa el peinado, por el gato que no sabe que tiene acento. Me gusta que el complejo de chica Almodóvar sea pasajero...lf.
22:32

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