viernes, abril 14, 2006

2 y 4 de marzo de 2006

04 marzo
Que no, que no tengo televisión.
Tengo que reconocer que si algo funciona como de primer mundo en México, es Telmex. Tendrá muchos defectos, pero al fin de cuentas es una empresa eficiente. En España sin embargo, las compañías de teléfono son más surrealistas que nuestras chinampas o los autobuses guajoloteros. Para obtener una línea no se firma ningún contrato, todo es facilísimo, pero para quejarse o cancelar cualquier servicio hace falta tener mucha voluntad y buen humor porque aquello se convierte en una misión, literalmente hablando, imposible. De esos aspectos de las compañías telefónicas en España, se ha dicho y escrito en abundancia, pero sobre lo que yo no he escuchado ni leído nada, es sobre la perseverancia con la cual intentan que sus clientes "aprovechen todos los servicios que la empresa ofrece". Y lo digo porque lo he vivido los últimos seis meses durante los cuales he recibido dos o tres llamadas cada mes, en las que me ofrecen no sé que cosa de televisión por internet. Las conversaciones son una cosa semejante: -¿Se encuentra fulanita de tal? *Sí, soy yo. -Buenas, soy Periquita Martínez de la empresa "de mí no te escapas" y le hablo para ofrecerle junto con su conexión de internet, la no-sé-qué-madre de televisión. *Muchas gracias, pero no tengo televisión, así que no me interesa. -¡Ah! ¡No tiene cobertura de TV! *No. No tengo TV. -¿No tiene aparato de televisión? *No. -Pero, ¿no lo va comprar? y ahí están, tratando de venderme la noséquemadre de internet por si acaso se me ocurre comprar tv. He hablado con telefonsitas de todos los acentos de España, con colombianas y un brasileño, pero la última, es que de verdad es sorprendente, una española que no podía creer que yo no tuviera televisión y que no me la fuera a comprar -¿Pero cómo se entera usted de lo que pasa en el mundo? ¿Con qué se distrae? ¡Cómo no va a tener televisión! *Pues mire usted, que para eso contraté la línea de ADSL, porque en internet hay periódicos de todo el mundo con lo cual estoy mejor informada que usted, no necesito distraerme porque vine a estudiar y hacer un doctorado, de manera que se lo digo por octava vez, no pienso comprarme un televisor. La mujer no lo podía creer. Yo lo que no podía creer era que fuese la 10a persona que me ofreciera el mismo servicio en medio año, de la misma empresa, y que además yo le tuviera que justificar el hecho de que no quiero una puñetera televisión. Después de ella, han llamado otras, unas más sorpendidas, todas menos insistentes. S. y yo sospechamos que ya soy un mito en la compañía esa, que entre los telefonistas se rumora que hay un número en el que contesta alguien que dice no tener tv, y no tener planes de comprarla ¡Jo! Como si uno no pudiera divertirse ni informarse de otra manera, hay que ver, que Europa también tiene lo suyo de surrealista y que uno nunca pensaría que se esconde precisamente en la perseverancia. lf.
23:36
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02 marzo
final de carnaval
Hoy trabajé todo el día en la computadora. A las 7:30pm sentí pinchazos en las piernas, así que rapté a S. para que me invitara unos vinos en "El Hidalgo". Al regresar seguí trabajando y hace unos minutos quedaron registrados 10,064 vocablos en la base de datos que recoge mi amadísimo corpus. Es extraño: pronuncio ese número y sé que se duplicará, y quizá hasta se triplique, sé que gracias a la existencia de esa cifra podré defender ciertas ideas con autoridad para terminar el doctorado, y sin embargo, sigo esperando que otro significado se me desvele. Quisiera que esa cifra, que ese montón de palabras acurrucadas en las celdas de mis tablas, adquirieran vida y me contaran sus secretos: de dónde vienen, cuántas bocas han tocado, cuántas veces han sido escritas, por quién, acompañadas de qué sentimientos. Hoy la luna, una blanca rebanada de fruto estelar aparece sobre el edificio de enfrente. Un amigo del portugués me prometió una botella de Sauza Centenario que alguien le trajo de México y que no beberá, así que bebo un caballito del tequila que traje de México y sonrío al pensar que los dioses del agave azul debieron quedar complacidos con las mínimas vestimentas de las reinas del carnaval brasileño que adornadas con motivos aztecas bailaron durante horas haciéndoles honor sin saberlo. ¡Ah! ¡Quién supiera bailar!!!!!lf.
22:37

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