viernes, abril 14, 2006

31 enero Eva Transmutada




Con un dolor de garganta y oído a penas soportables sin los antistamínicos y sucedáneos que suelen recetar para estos casos, pienso en el sol tunecino del oasis de Chebika con sus palmeras colmadas de dulces dátiles. Levanto la vista y descubro que la tarjeta telefónica "Ladatel" que tengo pegada en la pared con la imagen de "Eva" en mármol blanco de Rodin, se ha teñido de un extraño color rosa en el brazo y pierna izquierdos. Me acerco y miro con cuidado, tallo con los dedos para quitar la tintura, con un pañuelo, tampoco se quita. Eva se ha sonrojado y no sé por qué, le pregunto a Tristeza qué le ha dicho para ponerla así, pero ella responde que ni siquiera se había percatado de su presencia... acaso el mármol se esté transmutando en carne, o el recuerdo del paraíso, nítido cual si no hubieran pasado ya siglos, le infunde calor en la piel. Una punzada en la cabeza me arrebata de la contemplación de su cuerpo marmóreo, si hiciera menos frío saldría a este sol castizo para hacerme la ilusión de que calienta. Podría hacerlo ahora que S. ha salido a comprar los billetes para ir a Budapest en Marzo (par de locos, vemos billetes al dos por uno y allá van los ahorros) pero si luego me pongo peor voy a traer cargo de conciencia. Mejor me acurruco en el sillón y pongo a estudiar portugués oyendo zamba, que como ya lo he dicho, es la mejor terapia para los males del cuerpo y del alma. lf.
9:57

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