domingo, abril 09, 2006

Blogs de septiembre de 2005

29 septiembre

Acupunturista

¿Y tú qué vas a ser de grande?" "Acupunturista" responde la niña que acaba de descubrir que la malicia molesta a los mayores y que a ella le divierte "¿Y eso?" pregunta intrigada la amiga de la madre "Para poder enterrarles agujas en la cabeza a las personas que me caen mal" le dice al oído y tapando con una manita para que la madre no la escuche "La acupuntura es para curar a las personas ¿sabes?" le explica la amiga ya un poco asustada "Eso es lo que te hacen creer" concluye la pequeña sabiendo que la mujer querrá hacer caso omiso a su comentario, pero que no podrá hacerlo. lf

12:16
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25 septiembre

Nogal

Yo tenía allí un nogal joven, favorito,/ de amplias hojas jade oscuro y negro, y fino/ tronco vermiculado. El sol poniente/ pavonaba la corteza negra y alrededor, como guirnaldas/ desatadas, caían las sombras del follaje./ Ahora es fuerte y rugoso: ha crecido bien. Nabokov. De niña, no me importaba la memoria, vivía y era vivida, el mundo era mío y yo era suya. Soñaba sin tiempo. Después, cuando aprendí que las cosas cambian de vez en cuando (por no decir todo el tiempo) me entró un miedo inaudito de olvidar las cosas. Dejé de ser niña cuando empecé a envidiar, a pesar de todo, a Funes el Memorioso. Mi hambre dejó de ser hambre de mundo para ser hambre de recuerdo y así viví muchos años. Adquirí el hábito de observar las cosas que me gustaban para tratar de guardarlas en la memoria, desde objetos que temía perder hasta eventos aparentemente insignificantes como la luz y la sombra de una vela en la oreja de mi amante o un papelito azul que atrapado entre las puertas del metro danzaba desesperado en el trayecto de una estación a otra. "Soy testigo de bellezas y eventos irrepetibles en el universo" pensaba y procuraba atesorar esos momentos. Eventualmente el miedo al olvido se convirtió en un ejercicio de observación y búsqueda de la belleza. Me resigné a no poder tener la memoria de Funes y me alegré de poder vivir, recordar y olvidar. Hoy, releyendo Pálido Fuego encontré la cita con la que inicié el blog. Me sorprendió darme cuenta de que Nabokov guardó en su recuerdo y en sus letras el mismo árbol que yo frecuentaba en mi juventud. La descripción no deja lugar a dudas. Sonrío: todo confluye inevitablemente y los recuerdos que han decidido vivir en mí han echado raíces en mis venas. lf.

17:30
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24 septiembre

Miedo al otoño

Esperó sentada sobre la cama sólo un par de minutos, luego se levantó para asomarse de nuevo por la ventana. Ya estaba cansada. Tenía la cortina levantada pero la luz apagada. Nada. Bajo la sombra del puesto cerrado de helados, la banca estaba vacía. Esta era la cuarta noche de su ausencia y el hecho de que fuesen las primeras noches del otoño la hicieron temer que se hubiera marchado de la ciudad, que fuese un visitante cualquiera que se había apropiado de ese lugar provisionalmente, mientras regresaba a otra banca en una ciudad distinta que debía conocer mejor su voz, sus movimientos, los gestos con los que disimulaba cuando algún transeúnte desvelado pasaba cerca de él. Apoyó la frente en el cristal y cerró los ojos preguntándose si sería capaz de resignarse cuando una voz la hizo levantar la vista: un negro alto y enfadado gritaba por el auricular del teléfono de la esquina. Un joven paseaba a un perro un poco triste. Sí, era su voz la que le había llamado la atención en la penumbra de julio. Era más de media noche, pero dando vueltas en la cama, con las sábanas calientes, no sabía qué hora era exactamente. Adivinó que hacía más de 40 grados y resignada al insomnio que se le anunciaba, se quitó los tapones de los oídos, se echó encima una camisa y fue a beber agua. Cuando pasó frente a la ventana lo escuchó hablar, pero no prestó atención hasta que, al volver, y sentarse en la cama, todavía a oscuras, siguió escuchándolo. Se asomó tras la cortina: dos pisos más abajo, sentado en la banca, se perfilaba el cuerpo de un hombre viejo y un poco gordo que, con gestos enfáticos discutía sabe dios qué cosa. No alcanzaba a distinguir las palabras pero aún así notó que sólo escuchaba la voz del viejo y no la de su acompañante. Lo imaginó primero, otro viejo pero más delgado y necesariamente, por el volumen de voz, más tranquilo. Podría también tratarse de una mujer, de su pareja que, cansada de oírlo quejarse de las mismas cosas tantos años, se limitara a asentir o negar con la cabeza. Se asomó pero el puesto de helados no la dejaba ver esa parte de la banca. Se movió con cautela a lo largo de la ventana para descubrir que tras esa sombra no había nadie. El hombre hablaba solo. ¿Se trataba de un loco? ¿de un solitario? ¿de una visión? Lo esperó las noches siguientes, lo vigiló, estudió sus gestos y tonos de voz. Afinó el oído y alcanzó a escuchar algunas frases. Observó como al llegar colocaba el sombrero a su lado izquierdo junto con una bolsa de pan, quizá para que a nadie se le ocurriera sentarse a su lado, luego recargaba ahí mismo un bastón que debía usar por gusto ya que no parecía hacerle falta para caminar. En cambio lo usaba de vez en cuando en la conversación para apoyar una mano o para levantarlo enfáticamente como la batuta gigante de un director de orquesta. Ese verano pasaron todas las noches juntos. En algún momento pensó que quizá podrían beber algo en el bar, una infusión antes de dormir, pero lo más que se atrevió a hacer fue preguntarle la hora. Tenía ojos profundos, la voz un poco cansada "No tengo reloj" dijo mientras tapaba con su mano derecha la muñeca que albergaba un inaudible tic tac. Así que ella subió a su piso, abrió la ventana, se desnudó y sentada en la cama, o escondida tras la cortina, prestaba atención a esa voz, a todas las variaciones de tono y gestos. Luego ella respondía en voz baja, movía poco las manos, hacía más gestos con el rostro y con la mirada. Lograba siempre que al final de la conversación llegaran a un acuerdo. El viejo se levantaba y apoyaba siempre el bastón en la calle antes de bajar la banqueta y cruzar. "Ya veremos mañana" decía "Ya veremos" respondía ella y se metía en la cama. Dio un par de vueltas por la habitación, se asomó de nuevo sólo para sentarse desconsolada, otra vez, sobre la cama. "Que absurdo" pensó "Ahora le tengo miedo al otoño" y quitándose los zapatos se tumbó sobre la cama, vestida y sabiendo que no podría dormir. lf

19:33
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22 septiembre

cuento que alguien contó lo que otro dijo

Una dama de color demasiado claro ha dicho, cuenta un blog, que todos lo que escribimos en estos espacios somos unos pendejos que pierden su tiempo. Recuerdo una viñeta en la que cierto personaje que colecciona insectos dice que lo más gratificante de esa actividad es precisamente que no sirve para nada y que, si tuviera alguna utilidad, perdería su encanto. De pronto pienso en todas las horas dedicadas a escuchar música, a hacer garabujos, a caminar por el pueblo, a beber café con cielo dentro, a leer lo que caiga en las manos, a ver pelis... "¡cuántas horas perdidas!" dirán algunos. Yo no considero ese tiempo como perdido, además de gratificante por su aparente inutilidad esos son momentos en los que pasan cosas que no siempre pueden verse, contarse o explicarse. Hay una existencia y una vida más allá de los actos y de lo visible, cosas que pasan mientras no hacemos nada. Escribir es un poco así, dar un espacio para aquello que está relegado. Si uno saca utilidad o no de ello ya es otra cosa. Afortunadamente toda mi ropa beige se quedó en un armario de la ex-ciudad-más-grande-del-mundo. Respiro aliviada. lf

22:38
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18 septiembre

The night

Ayúdame Sandman, con tu poesía y el sax a darle un regalo a S: The Night
you're the night, Lilah
a little girl lost in the woods
you're a folktale
the unexplainable
you're a bedtime story
the one that keeps the curtains closed
I hope you're waiting for me
cause I can't make it on my own
I can't make it on my own

it's too dark to see the landmarks
and I don't want your good luck charms
I hope you're waiting for me
across your carpet of stars
you're the night, Lilah
you're everything that we can't see
Lilah
you're the possibility

you're the bedtime story
the one that keeps the curtains closed
and I hope you're waiting for me
cause I can't make it on my own I can't make it on my own
unknown the unlit world of old
you're the sounds I've never heard before
off the map where the wild things grow
another world outside my door
here I stand I'm all alone
driving down the pitch black road
Lilah you're my only home
and I can't make it on my own

you're a bedtime story
the one that keeps the curtains closed
I hope you're waiting for me
cause I can't make it on my own
I can't make it on my own
Sandman.

Let this be tonight's lullaby. lf

20:32
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17 septiembre

Brincos mentales

Hay cosas que uno entiende en términos generales y que de pronto, sin saber bien por qué, las entendemos a un nivel más profundo. Entonces el conocimiento que teníamos antes parece superfluo, demasiado simple y, sin embargo no podemos explicar en qué consiste ese nuevo conocimiento. Por ejemplo, siempre he sabido (por pura pragmática no por que fuese muy brillante en mis disertaciones mentales) que las palabras no son las cosas que designan, luego lo leí en Saussure y estudié en la universidad etc. Sin embargo la semana pasada, ya de noche y a medio chat me pareció que ese mismo conocimiento se me revelaba en nuevas dimensiones. Traté de explicárselo a F. en el chat (que me dio el avión y luego de plano dejó de escribirme) y metaforicé, no muy exitosamente, diciendo cosas como que "las palabras son mentiras, son conjuros de significado". Hoy me ha ocurrido algo semejante. Desesperada por que hoy le toca a mi pueblo formar parte de una carrera ciclista y se han instalado frente a mi piso dos policías armados con señores silbatos y con unos pulmones que no parecen de fumador empedernido, salí por un café para leer un artículo sobre la construcción del ser en el siglo XX. Si yo le digo a cualquiera de mis amigos que es un ser psicológico, me dirá que sí con cara de ¿Y? Sin embargo hoy, para mí, eso es una revelación. Me definen las palabras dadas por las ciencias "psi" y no hay manera de que yo escape de ellas para describirme. Forman ya parte de mí. Me asalta la duda de si eso es bueno o malo o terrible y no logro decidirme, así que me regocijo precisamente en en ese sentimiento de haber redescubierto algo, de darle vueltas en la cabeza, de insistir hoy en el blog, no en el chat, en la maravilla de esos brincos mentales en los que por segundos nuestra existencia parece explicarse diáfanamente (moría por usar ese adjetivo). En fin, me voy a seguir pensando en mi ser lingüístico...lf

14:32
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16 septiembre

15 de septiembre

Ayer fue el dia de independencia de mi país. Celebré mi mermado amor a la patria con un caballito de tequila, de adeveras, no del que tienen en los bares españoles que no raspa ni tantito. Luego, a falta de banda y parranda me fui a dormir. Hoy por la mañana, despidiéndome de unos alumnos cuyo curso terminó hace un par de días, alguien me dice "Me acordé de tí hoy temprano por la noticia de la televisión" "¿Qué noticia? Es que no tengo tele" "Explotaron muchos fuegos artificiales y se inciendiaron muchas cosas, no hubo muertos pero sí muchos heridos, pero no me acuerdo del nombre del lugar" Justo antes hablábamos del veranillo de San Miguel, y yo pensando en la alborada de mi pueblo, en los amigos que la noche anterior, por el chat, me habían presumido el reve de esa noche y aunque mi pueblo no es famoso por fabricar cuetes (de pólvora, de los otros sí) me dio miedo pensar que en estas fechas siempre sobran castillos y toritos. Busco en el internet, no fue mi pueblo, fue Tultepec. Siento una mezcla de alivio, culpabilidad por el alivio y tristeza por Tultepec. Luego dejo constancia de la tranquilidad que me da pensar que mis cuates estarán con una cruda de aquellas pero completos... que mi gente está bien. Mi gente. Si seré aferrada. Las noticias desde tan lejos son surrealistas y crueles. Yo que las oigo, egoísta. lf

16:34
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14 septiembre

Apropiación de los espacios

Los obvios: una casa nueva, el camino de todos los días, el pupitre, escritorio o lugar de trabajo. Este es el lugar en el que vivo y duermo todos, o casi todos los días; el paisaje de mis mañanas, tardes o noches; la mesa frente a la que paso horas. F. me dijo que este blog no tenía razón de ser, que escribiera estas cosas en una libreta. Creo que nunca ha entrado aquí. Yo insistí en que la posibilidad de un lector, por mínima que sea, convierte ya al acto de escritura en algo diferente. Sostengo esa postura pero además, con el paso de los días descubro que el blog va adquiriendo, si no para otros, por lo menos para mí, una dimensión de realidad y memoria que antes no tenía. Me encuentro de pronto andando por la calle y recordando algo que está aquí escrito o pensando en algo que quiero poner aquí. "Poner" como si fuera una caja para guardar palabras, como si las palabras fueran cosas y no artificios. Éste, a diferencia del blog que leo a diario y que de alguna manera me impulsó a este espacio (Véalo y sonría http://perso.wanadoo.fr/malversando/blog.html) no tiene un personaje ni una trama. Aquí viven esas cosas que se escapan los hechos de todos los días, las que flotan en el pensamiento, las que son al fin de cuentas, la otra vida. Hoy compré un títere de esos que están armados con un palito en un cucurucho del que sale el monito. Me sentí como una niña de tres años dispuesta a jugar, sólo a jugar, siempre a jugar. lf

19:26
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09 septiembre

Sobre colinas soleadas y lluvia

El paisaje del campo madrileño, para quienes estamos acostumbrados a la exuberancia vegetal, es desolador. La planicie se extiende haciendo gala de colores ocres, de hierba seca, de escasos árboles. Al final de ese camino, si se tiene suerte, se llega a un río con una ciudad amurallada: Toledo. A diferencia del resto del paisaje, esta ciudad está rodeada de colinas. La tierra sigue siendo árida, pero acaso por la cercanía del Tajo, hay árboles no muy altos pero frondosos. Al cruzar la muralla los ojos no saben dónde posarse: en las el suelo empedrado o en lo alto y majestuoso de sus iglesias, mezquitas y balcones... se parece, viejos amigos, a esa ciudad en la que bebimos café por las tardes, tequila y cerveza por las noches, sopa instantánea por la mañana, con la diferencia de que ésta es inmensamente más vieja, más sola y más limpia. En ella se han ahorrado las banquetas, transeúntes y autos se turnan el paso. Como ya dije, se ve poca gente, pocos niños, muchos turistas como yo con los ojos perdidos. Sus ventanas están llenas de un hilo de oro bordado sobre hierro, y de cuchillos: navajas delgadas como una hoja de pasto o anchas y severas para la caza de animales desgraciados, sevillanas que truenan al abrirse en cinco tamaños, espadas que van desde el elegante florete hasta la espada más burda de Conan. También hay armaduras, manteles bordados y mazapanes de almendra. Uno camina deslumbrado, del piso a la ventana al rostro del viejo que ofrece recuerditos de su tienda, y de allí al balcón con geranios -los últimos del verano- a una pared más asentada que el infierno, alta como ella sola, coronada por una torre que insiste con confundirse en el mismo plano que las nubes. Quisiera regresar a la torre, pero me veo obligada a decir que la pincelada del Greco es imitación de esas nubes y que en sus cuadros esos cielos no son artificio ni ficción. Vuelvo a la torre, es de la catedral, edificio enorme, gótico, de cantera blanca pero con el polvo de siglos encima. S. dijo que parecía atrapada en la ciudad y es cierto. Otras tardes habríamos de pasarlas en las mezquitas que no son tan altas pero sí son equiparables en belleza. El edificio desde afuera no revela nada, acaso las ventanas con sus puntas de círculos le den pistas al caminante que no se haya cansado de ver hacia arriba, el resto entramos desprevenidos y nos encontramos de pronto en una galería de arcos blanquísimos, coronados todos ellos con adornos de piedra exquisitamente picada, arriba las ventanas son fuentes de luz y los ojos se deslumbran tratando de distinguir el enramado de piedra que las rellena. En el suelo hay azulejos de dibujos geométricos, en lo que sería el altar de una iglesia otro bordado de piedra labrada, a veces discreta en su blancura, otras pintada de colores sobrios. Toledo huele también a pan, las religiosas que caminan por sus calles -no había visto tantas en el mismo pueblo en la calle en ninguna parte- fabrican además del mazapán unos dulces de piñones y otros caramelos. Por la tarde el laberinto de piedra refleja una luz dorada, todo es calma en las cuestas de sus calles. No hay muchos autos y la gente parece discreta. La luz sobre el puente que une a este sueño con el resto del mundo se refleja sobre el Tajo. Por la noche su cielo también es generoso y nos regala la primera lluvia del invierno, fina pero suculenta. Cenamos olor a tierra mojada. lf

18:01
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04 septiembre

final de domingo

He pasado el fin de semana leyendo las Benévolas. Redescubro que hay pocas cosas mejores que pasar el fin de semana en casa, tranquila, con algo que me guste leer. Después de un rato todo parece irreal, incluso el viaje de mañana que de tanto deseo ha empezado desde hoy. Tengo una maleta que poner, un par de cervezas que invitarle a mi gato preferido, una dulce noche larga por delante. Me gusta este final de domingo. lf

18:15
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02 septiembre

y viene Toledo...

Al final de dos intensas semanas de clase de historia de España, literatura y escritura para extranjeros, descubro que sí sienten un poco de simpatía por mí y que sí han aprendido algo en mis clases. Ellos se van a Barcelona la semana entrante y yo me voy a Toledo. De pronto me siento completamente libre y feliz, el viaje me entusiasma como si se tratara de ir al centro de la tierra, pienso como en un viaje en el tiempo y muero por ver la que fue una de las capitales del Al-Andaluz, por oír hablar sefardí, y aprender sobre su literatura y su cultura, por ser un poco turista curiosa y desobligada por una semana. De pronto me doy cuenta de que tanto leer su historia me ha encariñado más con esta tierra, como si la comprensión de las razas y culturas que la han habitado, y el conocimiento de la sangre derramada en ella a través de los siglos la hicieran un poco más mía. Me pregunto si ella también se estará apropiando de mí y recuerdo a mis amigos españoles que ya no cojen el camión por que es de mala educación, sino que ahora lo "toman"...lf

17:14
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