viernes, abril 14, 2006

260106 La nada y el Chott



Yo soy de esas personas con una imaginación principalmente visual, de manera que desde niña hay cosas que de las que no he podido forjarme una imagen convincente, por ejemplo el infinito, la divinidad o la nada. Después del paisaje lunar de Matmata, de la inmensidad del Sahara y toda la adrenalina de verse en medio de un océano de arena, subimos nuevamente al autobús y viajamos durante horas. Poco a poco el paisaje se volvió desolador de una manera distinta: no había animales, plantas, ni arena; sólo una planicie con manchas de agua a un lado de la carretera y al otro el mismo paisaje pero con montañas de piedra en el horizonte. Estábamos atravesando el lago salado del Jerid llamado "El Chott". En verano, cuando llueve, los charcos se ven de colores debido a los minerales en el agua, también se forman espejismos, y aquellos trozos que parecen tierra firme se tragan a los hombres. Yo lo contemplaba hipnotizada por las manchas brillantes de sal bajo el sol cuando una nube mínima y solitaria me hizo notar que no podía distinguir en el horizonte al lago del cielo. Aquello era un paisaje difuminado de una blancura insondable. Entonces lo comprendí: eso era la nada, una mancha de color que se había tragado al horizonte y que anidaba en mis ojos. lf.
18:25

No hay comentarios.: