viernes, abril 14, 2006

9 al 22 de marzo de 2006

22 marzo
Relato del tren perdido
Los días 14 y 15 nos escapamos en tren a Viena. Yo iba con una patita coja porque de tanto perseguir a S. y a nuestro buen amigo O. (ambos con sendas patotas) me había lastimado un tendón. Viena es preciosa, muy arreglada, muy bien pintada, muy cara y muy nevada. Visitamos lo principal del centro de la ciudad y algunos mueseos de los que escribiré en otra ocasión, bebimos café Mozart en el café Mozart, y nos hospedamos en el lugar más barato que encontramos y que, por cierto, era carísimo. Al final del viaje tomamos el tren de regreso. Como todas las estaciones nos resultaban muy parecidas, íbamos atentos a la hora en la que el tren llegaría a la estación en la que debíamos bajarnos, porque de quedarnos dormidos amaneceríamos en Rumanía. Según nosotros íbamos tan orientados que hasta le dimos instrucciones a un par de hindús. Llegada la hora nos bajamos del tren, luego las escaleras del andén y ¡ahí no estaba el metro! Salimos del pasaje subterráneo para encontrarnos a media noche frente a una estación tan vieja que el nombre casi no podía leerse (quizá por eso no figuraba en el horario de paradas del tren). Corrimos de nuevo hacia el tren pero lo vimos marcharse sin lograr alcanzarlo. Fuimos a la taquilla para pedir un billete de otro tren hacia "Kelety" era lo único que podíamos decir, y la dependienta nos hizo señas de que ya no había trenes con ese destino, que saliéramos a tomar el autobús. Afuera de la estación había un estacionamiento enorme y vacío, después una avenida larga e iluminada, del lado derecho la última parada de un par de eléctricos, un par de taxis y más allá nada, ni casas ni nada. Corrimos hacia el autobús que iba a Keleti (yo usaba mi paraguas comunista como bastón para poder caminar con rapidez), pero un hombre enorme, de bigotes y barba larga nos dijo mientras movía las manos en horizontal "finito". "¡Jo!" "Vamos a tranquilizarnos" dijo S. y se puso a ver con detenimiento la lista de paradas del eléctrico amarillo, subimos creyendo que nos acercaba, pero una chica de ojos grises, nos dijo con señas que tampoco nos acercaba. Llevábamos sólo 2500 florines, y como nunca habíamos tomado un taxi y no teníamos ni puñetera idea de dónde demonios estábamos, no sabíamos si lograríamos regresar a la casa de O. Examinamos los taxis, nos subimos a uno que tenía placas, sin golpes y con un conductor de tamaño normal (es que algunos húngaros son enormes) y cara amistosa. Le enseñamos la dirección de O. que llevábamos en la libreta de viaje y le preguntamos si estaba lejos, "más o menos" explicó también con las manos. Nos tranquilizamos al ver que tenía taxímetro, y dejamos de sentir miedo al ver el Danubio. Estábamos en las afueras de Buda. El taxista nos llevó por una ruta del lujo: cruzamos por el puente de las cadenas, luego pasamos frente al parlamento y la ópera, todo iluminado. El insidente que había empezado como "la noche en que me perdí en el Este y por no saber húngaro me llevó a nunca más regresar a mi casa por lo que ahora vivo en una aldea siberiana haciendo conservas de bayas para sobrevivir al invierno" terminó como un hermoso paseo nocturno por lo más hermosos de Budapest. Afortunadamente sí nos alcanzó para pagarle al taxista. ¿Y los hindús? Quien sabe, suponemos que también tomaron un taxi, ojalá hayan llegado bien a su destino.lf.
11:24
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21 marzo
Martes por la mañana
Hoy también ha amanecido nublado pero sin frío, así que decido, más por obligación que por gusto, hacerle frente a mis obligaciones académicas: me preparo un té verde de jazmín deseando que los sabios orientales me iluminen y con la libreta de la tesis sobre las piernas (muestra ya de disciplina ya que yo suelo hacerlo todo el papelitos de colores que acaban rodando por el mundo) hago con lápiz el primer borrador serio de una comunicación (ponencia en mexicano) que debo presentarle a mi tutora la semana entrante y leer en público el mes que viene. El pensamiento estructural funciona más o menos bien: mi borrador es una hermosa lista de elementos ordenados que deberían de facilitar el nacimiento del discurso... sí, facilitar el nacimiento del discurso... otra taza de té, el día sigue nublado, no sé que voy a cocinar hoy a mediodía... sí, facilitar el nacimiento del discurso... y entonces tengo que admitirlo: ante la blanca página virtual, las yemas de los dedos se me enfrían sobre el teclado, los músculos interiores del antebrazo me tiemblan, los mechones de cabello me caen sobre la frente y me susurran pensamientos ajenos, dispares, desordenados. Pánico. ¿Por qué? Sólo tengo que describir mi trabajo y no hay nadie que lo conozca o pueda explicarlo mejor que yo. Pánico. Escribir textos académicos no es como escribir el blog en el que el pensamiento divaga y juega en el ciberespacio, no es como escribir los cuentos en los que la imaginación es libre atando y desatando destinos y fantasías, mucho menos como escribir poesía donde el alma encuentra un descanso para su existencia oculta. No. Escribir textos académicos no es sinónimo de libertad, fantasía o descanso, sino de precisión, exactitud y propiedad. Anda: ve y ponle el corset al pensamiento para que todos puedan reconocer que es al fin de cuentas científico y no una fantasía de estos cabellos desordenados. ¿Otra taza de té para calentar la yema de los dedos?lf.
11:29
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20 marzo
18 grados, cielo cerrado, amenaza de lluvia
Al regresar de Budapest, lo primero que sorprende es la cantidad de luz. Hoy, que es un día nublado pero considerablemente más caliente que los de allá, puedo decir que el día está iluminado por una luz húngara, tenue y tímida, opaca, como apenada de existir en un invierno tan largo. Ya nos lo decían los extranjeros que vivían ahí: lo más difícil de soportar es la falta de luz natural. Sin embargo yo no lo noté sino al regresar. En las calles de Budapest dejaba que mis ojos rondaran de un edificio a otro, de una columna con forma humana a otra con forma de rana. Estaba atenta al río que se asomaba al final de casi todas las calles (porque mi cabeza insistía en voltear en esa dirección), y veía al cielo gris con esperanza de más nieve. Yo que no sé lo que es vivir en lugares blancos, deseaba abrir la boca y comerme unos cuantos copos de espuma de lluvia. Ahora que lo pienso, esos países cubiertos de nieve necesitan ser oscuros, de otra manera la gente abriría sus ventanas por la mañana y al ver las calles cubiertas de nieve y sol, quedarían deslumbradas por su blancura y eventualmente ciegas.Toda belleza necesita sus sombra... vale, que el que hoy haya terminado de incorporar todas las composiciones a mi base de datos, llegando a más de 22,000 vocablos (sí, veintidosmil ¡Por dios en que locura me he embarcado!) no quiere decir que pueda darme demasiado descanso, así que vuelvo a la tesina con el rumor del Danubio entre los labios.lf.
16:42
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19 marzo
Budapest
El aeropuerto de Budapest, la terminal dos para ser más exactos, es el lugar más lejos de cualquiera de mis casas, en el que he estado. Esa distancia la notaron mis pies inmersos por primera vez en la nieve, mis oídos que también por primera vez escucharon atentos sin lograr descifrar una sola palabra de lo que escuchaban, mis ojos que insistían en que aquel era un país imposible, un lugar con estética 100% Mike Mignola. El este nos recibió con nieve, con frío, con la oscuridad propia de un país que, a pesar de los años, guarda en sus muros las cicatrices de la guerra: ráfagas de metralletas pared arriba, fachadas cayéndose a pedazos, palacios ocultos bajo el ollín acumulado durante años... y aún así la belleza: puntos luminosos por todas partes, los ojos claros de la gente que mira siempre discreta, el Danubio coronando de luz el puente de las cadenas, los barcos que lo navegan dotando de destellos a las aguas que muestran orgullosas el reflejo de una ciudad sobreviviente, de una ciudad viva. Me gusta el este, tendré que volver alguna primavera.lf.
12:51
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18 marzo
Promesas
Pues nada, que es la 1:54 am y prácticamente acabo de bajarme del avión. Budapest es hermosa y hay mucho que contar, pero mañana, con tiempo. Hoy sólo doy señales de vida para que sepan que llegamos sin problemas... mi camita me reclama...lf.
0:55
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09 marzo
me voy a Budapest!
Queridos mañana me voy a Budapest, regreso a este espacio por ahí del día 18. Mientras tanto les dejo encargada a esta imaginación mía, a ver qué pueden hacer con ella.lf.
18:03

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